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Lando

Me he enamorado de ella. Definitivamente, me he enamorado de cada cosa que forma su persona. Sus ojos, sus labios, su sonrisa, sus gemidos, todo. Y por si fuera poco, era la chica más dulce que había conocido en mi vida. Tenía luz propia. Me despertaba a su lado y me sentía bien, ya me había acostumbrado a despertarme junto a ella.

Íbamos al avión de camino al siguiente GP. Singapur. Ella estaba emocionada, le encantaban las carreras en las que corríamos por la noche.

–¿Estás temblando? –me reí viendo cómo miraba por la ventana.

–Tengo frío.

Inmediatamente me quité la sudadera y se la di. Me sonrió y se acurrucó en mi hombro. Debería pensar en pedirle que sea mi novia. Si hacía podio, o mejor, si ganaba. Se lo pediría subido allí.

–Qué ilusión me hace.

–Ya te veo –sonrío y la beso–. Ojalá gane de una vez… Y salimos de fiesta. No sabes lo que son las discotecas aquí –era como meterse en una Rave.

–Bua… fiesta. Oye, en poco hago los diecinueve, eh.

Lo que ella no sabía es que yo ya había pensado en su regalo. Eso era algo que yo ya tenía presente desde hacía tiempo. Pone su fecha en la descripción de sus redes. Y sabía que le encantaban los anillos de Pandora, por lo que le regalaría el conjunto completo. El anillo, el collar y los pendientes del corazón rojo de la marca. No me importaba gastarme ese dinero, no era caro para mí. Se me hacía incluso barato para las marcas que yo vestía a diario. Aunque también podría hablar con mi querida escudería para regalarle un coche. Un McLaren 720s, ese le encantaría.

–¿Ah sí? Guay –haré como que me importa poco.

–Sí.

–¿Cuándo era?

–En dos semanas.

–¿Qué día? –parecía que cada vez la decepcionaba más.

No me respondió, se apartó de mí y cerró los ojos. Sí, le había sentado mal.

–... Domingo uno de octubre, ¿me equivoco? –me mira.

–No.

–Era broma, tonta. Ven aquí… –la atraje hacía mí de nuevo. Me mira haciendo un puchero que me hace sonreír. Es tan mona–, no es como si no te he stalkeado todas las redes… Me sé hasta el nombre de tu perro.

–¿A lo mejor te lo sabes por qué lo conoces?

–Pocas veces te he oído llamándolo, siempre lo llamas amor y se llama Chuy.

–Ya –reí.

–Que vergüenza que le pongas esos apodos a tu perro y a mí no.

–¿Quieres que te llame amor?

–Si te lo pido ya no tiene gracia.

–Tú eres mi pollito.

Eso me hizo reír.

–¿Cómo? –la miré.

–Eres igual de mono que un pollito.

Me la iba a comer a besos. No podía quererla más.

–Aunque tu pollita me encanta también.

–Te la podrías comer –está empezando a aprender de mí.

–Ups.

Sonrío. Definitivamente me encanta esta chica.

–Cuando lleguemos.

ᴀᴅɪᴠɪɴᴀ ǫᴜɪᴇɴ sᴏʏWhere stories live. Discover now