El devorador de arte - capítulo 7

68 11 26
                                    

Solo una ráfaga de balas logró detener a Isaac.

Surgida de la nada, una figura femenina apareció en el salón para acabar con nuestro enemigo con siete certeros disparos que cambiarían para siempre nuestras vidas. Y es que, de no ser por ella, habríamos muerto. Nos habríamos resistido con uñas y dientes, y quizás lo habríamos conseguido durante un rato, pero tarde o temprano Isaac iba a matarnos. Era nuestro destino.

Por suerte, acababan de cambiar nuestro destino.

—¿Estáis bien? —preguntó la mujer, con el arma aún entre manos. No dejaba de apuntar a Isaac—. Alejaros, rápido.

Alta, atlética, con el cabello castaño recogido en una coleta alta y los ojos marrones cargados de determinación, no me cabía la menor duda de que la mujer que teníamos ante nosotros era la agente Celeste Vives.

En definitiva: había llegado la caballería.



—Señor, soy policía, yo me encargo.

Escuchaba a Celeste hablar con el vecino ruidoso del A desde el salón, donde era incapaz de apartar la mirada del cuerpo de Isaac Rodríguez. El artista había volcado su ordenador al ser derribado, lo que dejaba una imagen de lo más irónica de su final. Había muerto rodeado de desorden, arte y Twitter, la peor mezcla posible.

El escenario era un auténtico caos. Las llamas se habían apagado tras permanecer activas tres minutos, consumiendo en profundidad el cadáver. Bajo él se extendía un repugnante charco de carne líquida de la que emanaba un aroma vomitivo. Sin embargo, por feroz que hubiese sido mi magia, solo el hombro derecho había quedado desprovisto de carne, y era ahí donde no era capaz de dejar de mirar. Ni había sangre, ni tampoco hueso: aquello era metal.

Maldita sea.

La necesidad de obtener respuestas me obligó a acercarme al cuerpo. A mi lado, Rodrigo se secaba las heridas con una toalla. Iba a sacar un buen puñado de cicatrices de aquella aventura, pero se le veía relajado. Ahora que veía que la vida de ninguno de los dos peligraba, estaba mejor.

—No lo toques —me advirtió.

—¿Tú crees que es Isaac? —respondí, incapaz de contenerme.

—Yo ya no sé qué pensar, la verdad... pero diría que no.

—Era una trampa entonces.

Se encogió de hombros.

—Es probable.

Celeste se unió a nosotros. Tras despachar al vecino y hacer unas cuantas llamadas, entró al salón con paso firme. No eran necesarias las presentaciones, sabíamos quién era, pero incluso así quiso darnos su nombre y estrecharnos la mano de forma oficial. Incluso nos mostró la placa. Después, tras echar un rápido vistazo al cadáver, se agachó para comprobar las heridas de Rodrigo.

Era una mujer de lo más interesante. No había un ápice de fragilidad en su apariencia; tal era su determinación que parecía tenerlo controlado. Incluso me atrevería a decir que había sospechado lo que iba a pasar... Y, de hecho, en cierto modo, no me equivocaba.

—Después de que me escribieras por Instagram, me puse en contacto con Marcos —explicó—. Últimamente hablábamos poco, nos habíamos distanciado. Me preocupaba que pudiera llegar a verse implicado en lo que estaba pasando, y se sentía presionado. Sin embargo, con el Marcos que hablé, no había nada extraño. Nuestra relación volvía a ser tan estrecha como de costumbre... tan estrecha que resultaba incluso artificial. Le tanteé para ver si era consciente de nuestras últimas conversaciones, pero no hubo respuesta. No sabía lo que había pasado por la sencilla razón de que, en realidad, no era él. —Suspiró con amargura—. Perú está demasiado lejos como para poder personarme allí de inmediato, por lo que decidí actuar en la distancia. Informé al hotel de que mi hermano había interpuesto una denuncia por robo y que necesitaba tener acceso a las grabaciones de seguridad de su planta, solo para confirmarlo. De primeras se negaron, era de esperar, es una vulneración de la privacidad, pero por suerte tenía hilos de los que tirar. Tres horas después, pude visualizar la grabación del día anterior... y me vi a mí misma en la recepción. No me cedieron las de la planta de Marcos, pero me imagino que habría acabado apareciendo también.

NOIR - ¡Tres brujas!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora