Herencia

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-¡La pinta de guerrera que tiene la veterana esa!

-¡Manzana! Tres sentones y no querés más...

Ese lenguaje lascivo, sexualmente cargado de rabia, era común entre estos amigos.

Emanuel y Gustavo eran amigos desde la infancia, sus padres ya eran amigos desde temprana edad. Ellos heredaron con gusto una amistad cargada de hermandad y testosterona.

Era común escucharlos hablar de mujeres, de las cosas que le harían si las tuvieran a solas en las penumbras de un cuarto. Costumbre que recibieron de sus padres, que jugaron toda la vida a visitar sábanas ajenas en noches de farra, sin pensar en sus esposas, que cabizbajas, los esperaban al otro día para servirles la comida caliente.

Pobre de ellas si no lo hacían a horario, o si alguna vez se oía alguna queja.

Los golpes siempre "eran merecidos", ellas por insurgentes los recibían, mientras ellos podían propinarlos por el solo hecho de ser "el hombre de la casa".

Ese ambiente violento y "varonil" formó a estos dos amigos, que si no estaban casados a sus treinta años, era solo por el hecho de que "ninguna minita podía atarlos".

-¿Sabes a quien se la pongo toda? A la Ester...

-¿Qué Ester?

-La Ester, boludo... la del almacén.

-¿La vieja esa?

-Si, me dijo mi viejo que ¡lo bien que coje la vieja esa!

-Esta hecha mierda, virgo...

-masomenos, lo que tiene de edad lo ganó de experiencia.

-puede ser... pero no gracias.

-y bueno... ¿Qué hora es?

-como la una...

-Vamos a dormir puto, mañana quien nos levanta sino...

-anda a tu casa, quién sabe a dónde vas...

-Ja Ja Ja... anda a cagar.

Ese lenguaje lascivo, sexualmente cargado de rabia, era común entre estos amigos.

Emanuel y Gustavo eran amigos desde la infancia, sus padres ya eran amigos desde temprana edad.

Sin embargo jamás se hablaba entre ellos lo que pasaba realmente por sus cabezas, como si usaran esas charlas para tapar las voces que ahí estaban, entre los pensamientos de ambos, que por miedo a lo que diga la gente, sus padres, y tal vez entre ellos mismos, se descubran el deseo que surgía directamente de sus corazones y terminen tildandolos de Trolos.

De Estación A EstaciónOù les histoires vivent. Découvrez maintenant