Ambos rieron a carcajadas y, entre risas, Bakugō le agarró la mano y la llevó hasta allí.

Izuku, rojo como un tomate, solo pudo mirarle a los ojos. Katsuki ahora estaba serio y su miembro comenzaba a despertarse. Entonces, movió la mano.

»—Kacchan, yo...

La suya era lo suficientemente grande como para envolver la de Midoriya que, a su vez, envolvía el falo.

Despierto era aún más grande. El peliverde se mordió el labio y se dejó hacer. El agua aún corría, y ya no tenían rastros de jabón en sus cuerpos, era tibia, pero se sentía fría al chocar con sus pieles, debido a la alta temperatura que ahora tenían.

El rubio comenzó a aumentar la velocidad y el ritmo, y pronto, Izuku se vio despierto también.

Un rato después, el ojirrubí retiró su mano de encima de la del menor.

—Sigue así, lo haces bien.

Agarró entonces el de él, y es que también tenía derecho.

Los suspiros eran arrancados de los labios de ambos, y se miraban fijamente a los ojos el uno al otro por ratos. Una corriente eléctrica se deslizó por la espina dorsal del pecoso que le hizo morderse el labio y cerrar los ojos. Sentía escalofríos, pero de la buena manera, de la mejor manera.

Sus piernas y abdomen empezaron a contraerse, hasta que no pudo sostener más el ritmo y soltó a Katsuki para poder sujetarse de sus hombros, empeñado en no caer al suelo. Su equilibrio se turnaba entre sus talones y las puntas de sus pies.

Hasta que sus rodillas no pudieron más y flaquaron, casi cayendo. El rubio lo rodeó con la mano que tenía libre y lo besó justo cuando su mano se vio manchada de blanco por un leve momento antes de que el agua de la ducha se lo llevara.

—Ay, esos eran mis hijos —fingió tristeza el de orbes rubí.

Izuku, que estaba cansado incluso desde antes de entrar a tomar un baño, ahora lo estaba más.

—Vamos a comer, y luego dormimos.

—¿Dormir? Si, claro. Cree tú que iremos a dormir luego de esto. Sal a vestirte, déjame a mí terminar con lo que empezaste.

Izuku salió de la ducha a envolverse en la toalla, puso sus pies en el frío suelo y contuvo un jadeo.

—Me voy —le dio un beso en la mejilla.

—Despídete bien —reclamó el mayor —, con un besito en la mejilla no me alcanza para terminar.

Izuku miró hacia abajo y vio como Katsuki tenía su miembro completamente despierto aún. Le dio un beso en los labios, otro en cuello, luego entre los pectorales, y fue bajando hasta llegar al ombligo, donde dejó de hacerlo.

Se dio la vuelta y antes de salir, puso sus palmas en las rodillas e hizo movimientos de twerk que Ashido le había enseñado. Miró al rubio con la mirada más lascivia que tenía en su repertorio y salió.

—Adios.

—¡Hey!

Cerró la puerta del baño, oyendo la risa ronca de Katsuki y no respondió a los miles de llamados que le hizo el rubio.

...

Todos cenaban juntos en el suelo de la sala, incluídas las mujeres.

La mayoría lucía vendaje nuevo, por no decir todos, y es que Denki podía haberse graduado de médico, pero eso no le quita lo estúpido ni el hecho de que les haya puesto las vendas antes de que tomaran un baño.

Izuku, quién estaba bajo una manta junto a Katsuki y frente por frente a Inko y Akayama, tenía su plato casi vacío ya. A ese ritmo sería el segundo en acabar, y esto solo porque Eijirō había empezado a comer antes que los demás.

Había silencio, mas no incómodo, sino más bien acogedor. Sero y Ashido compartían su cena, ya que el chico tiró su cuenco de arroz accidentalmente y por desgracia no había mucho más. El olor de las chuletas se había expandido por el lugar y el calor de la sopa miso también, o quizás solo había subido la temperatura en sus cuerpos y ellos lo percibían de otra forma.

La primera en decir palabra, fue Inko.

—Bien, no preguntaré mucho, Rindō me ha contado suficiente —los jóvenes tenían sus ojos puestos en ella —, pero quiero agradecerles.

Se puso de pie, e Izuku lo hizo también solo por imitar a su madre.

Inko se arrodilló frente a todos ellos, con su hijo a un lado haciendo lo mismo, y dijo:

»—Gracias a Denki-chan por la atención, a Bakugō-kun por dejarnos quedar en su casa esta noche y a todos ustedes por su ayuda.

—Gracias —añadió el pecoso al final.

—Ay seño, no se moleste por eso. Para eso estamos.

—Shh —mandó el ojiambar a callar a su amiga morena —. De nada, Inko-san, fue un gusto atenderla... Dos veces.

Todos rieron y ambos, madre e hijo, se pudieron de pie y regresaron a sus lugares. A penas el menor se cubrió con la manta, sintió una mano del rubio posarse en su muslo y acariciar allí. Se le acercó a su oído.

—A mí tendrás que agradecerme de otra forma.


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⏰ Last updated: Mar 30 ⏰

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El Asesino De Mi Inocencia [KatsuDeku]Where stories live. Discover now