—Tengo derecho de mandarte a callar, yo te fui a salvar —dijo con tono orgulloso.

—Oh... —con una maniobra se puso de pie con el peliverde en brazos, que se sostenía de sus hombros —¿Te refieres a cuando te durmieron con un trapito hoy en la tarde? ¿Eso era un intento de rescate?

Ambos rieron dentro ya del baño, el rubio puso al menor en el suelo y entonces comenzó a quitarle la ropa. Primero la camisa y luego la suya propia, continuó con su pantalón y, cuando fue a despojar a Izuku del suyo, esperó alguna señal de aprobación. Pero solo recibió un zape.

—¿Y eso?

—Te lo mereces, me lo prometí a mí mismo.

—Ah, ¿sí?

Sonrió de lado y de un rápido movimiento bajó los pantalones del más bajo hasta sus rodillas, y entonces, ese lado salvaje de él comenzó a salir.

—Levanta el pie —ordenó tajante.

Midoriya obedeció más bien por el asombro del cambio de actitud que por lo que se le ordenaba. Y antes de que se le pidiera levantar el otro, lo hizo por sí mismo.

Solo le quedaban puestos los calzones.

—¿Sabes? —habló —No me gusta que toquen lo mío —pasó sus manos, ahora sin vendajes, por donde anteriormente estuvieron las del hombre tatuado.

Besó también, buscando borrar todo rastro o posibilidad de que estuvieran allí las huellas del otro tipo. Metió las manos por debajo de la ropa interior del pecoso y poco a poco la fue bajando. Sabía que Deku no tenía idea de qué estaba diciendo él, pero igual decidió dejarlo claro, por si las moscas.

Izuku abrió la ducha sin casi moverse, tener a Katsuki pegado a él como un perrito oliendo a su madre se le había hecho normal debido al tiempo que pasaron juntos antes. Le acarició el cabello mientras le seguía dando besitos. El agua caliente recorrió su cuerpo y se sintió el ser más afortunado del mundo por un momento.

Uno muy pequeño.

»—¡Mierda! —gritó el rubio —Sigo sin entender cómo puedes bañarte en lava. Un día saldrás de la ducha hecho un pollo hervido.

El más bajo gritó al sentir el agua muy fría luego, sabe perfectamente que Katsuki odia el agua extremadamente caliente, sin embargo él la ama. Pelearon por un rato más por la temperatura del agua, hasta que se cansaron y la dejaron media, no le molesta bañarse con agua tibia de vez en cuando para complacer al rubio que, justo ahora, se comportaba como un niño pequeño haciendo berrinche.

No lo soltó durante todo el rato en el baño, ya fuera de la mano, el hombro o incluso el cabello, lo mantenía sostenido. Sentía que si lo soltaba, lo vería irse o desvanecerse en sus brazos. Que alguien más lo robaría.

—¡Chicos, a comer!

—Ya estamos comiendo aquí, Ashido —respondió el mayor al llamado de su amiga —¡Ah~! —gimió.

—¡Serás-!

—Ups, perdón por interrumpir —dijo la chica, siguiéndole la rima a su amigo solo con el fin de avergonzar un rato a Izuku y se marchó.

El peliverde, muerto del hambre, decidió que si Katsuki no se bañaba por sí mismo, lo haría él. Agarró el shampoo y le echó en la cabeza luego de pedirle muy agresivamente que se agache. Restregó, enjuagó y prosiguió con el cuerpo.

Le lavó la espalda y torso con la esponja. Se iba a agachar para seguir con las piernas y partes íntimas, pero percibió el peligro al oír la risa traviesa del mayor.

Lo miró de mala manera, como regañándolo solo con los ojos. Se agachó y lavó de los muslos para abajo.

—Dale, lávate el pipí —le extendió el jabón.

El Asesino De Mi Inocencia [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora