Capítulo 4: Comienzo.

48 9 3
                                    


Ya ha empezado. Todos me miran con caras raras: algunos com odio, otros con compasión, otros con asco...

Mi vida ha cambiado radicalmente.

No voy a correr, como me dijo Mar. Tengo que pensar en algo. ¿Qué puedo hacer?

No puedo ir a mi casa. Sabrían donde vivo y me podrían tender una emboscada. Podría ir a casa de mi tía, pero no quiero causarle problemas.

-¡Hola, hermano! ¿Como va en casa de papá?

Carlos me sonríe, aunque detrás de esa sonrisa esconde un sentimiento que no podría explicar.

-Bien, bien.

Se me acaba de ocurrir algo. ¡Gracias, hermanito!

Decido ir a casa de mi madre. Como es un edificio, no me hace falta decirle nada.

-¿Quieres que te acompañe a casa?

-¡Claro!

Durante todo el camino siento que me están siguiendo, pero no me giro. Llegamos a el portal de casa y se despide de mi, pero yo entro.

-¿Vas a hablar con mamá?

-Voy a esperar a que esos matones se vayan a casa.

-¿Matones? ¿Qué matones?

Señalo hacia la entrada y él mira a los chicos con sus motos, riéndose y hablando entre ellos.

-¿Que has hecho...?

-Confesar.

Después de un corto rato se van, espero 10 minutos y me voy a casa de papá. No había nadie en ningun sitio.

-¿Por qué llegas tan tarde, hijo?

-Estaba charlando con unas amigas y se me pasó el tiempo volando. Lo siento.

-No pasa nada. Siéntate, vamos a comer.

Papá se muestra un poco distante. Como si estuviera pensando en todo.

-Papá, estoy cansado. ¿Puedo irme a dormir?

-¿Sin comer? Eso es malo...

-Tranquilo papá, solo necesito descansar.

Me tumbo en la cama pensando en la mirada de Jaime. ¿Por qué me miró así? ¿Qué quiere decir esa mirada? Era como si en ese sitio no hubiera nadie...

Me duermo. Tengo una pesadilla con él. Soñaba que moría por culpa de los matones. Me despierto temblando.

Hoy también llego tarde a clases de música. Corro todo lo rápido que puedo. Al parecer consigo llegar a tiempo.

-¡Alex! -ahi esta María, siempre tan animada. -¿Sabes qué? ¡He quedado tercera en el campeonato de patinaje de España!

-¡Guay! Felicidades. -la abrazo y ella ríe.

Enseguida se separa de mí.

-Puaj, Alex, estás súper sudado. Ten una toalla.

-Perdona, vine corriendo. He salido cinco minutos antes de la hora.

-Pero si vives cerquísima, hombre.

Ella aún no sabe que no estoy en casa de mi madre.

-Ah, ya, sobre eso...

-Bueno, chicos, siéntense. -el profesor acaba de llegar.

-Dímelo despacito.

-Pues resulta que mi madre...

Pequeños detallesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora