❝ ꒰ ᴄᴏɴғᴇsɪᴏɴ ᴅᴇ ᴀᴍᴏʀ ꒱ ❞

ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ɪ : ᴇʟ ᴇɴᴄᴜᴇɴᴛʀᴏ

Miranda era una joven soñadora con una pasión desbordante por la música y el arte. Desde su infancia, había encontrado en los libros y las melodías un refugio seguro donde su imaginación podía volar libremente. Trabajaba en una pequeña librería llamada "Rincones de Letras", un lugar acogedor ubicado en una calle adoquinada del centro de la ciudad. La librería era su hogar lejos de casa, un lugar donde cada página desgastada y cada estantería repleta de historias se sentían familiares y reconfortantes.

Un día frío de invierno, mientras Miranda organizaba los libros en las estanterías, la campanilla sobre la puerta sonó, anunciando la llegada de un nuevo cliente. Levantó la vista y se encontró con unos ojos oscuros y penetrantes que la miraban con curiosidad. Era Jimin, un hombre de aspecto gentil con una sonrisa cálida que iluminaba su rostro. Miranda sintió un cosquilleo en el estómago al verlo, una sensación que nunca antes había experimentado.

Con manos temblorosas, Miranda se acercó para ofrecerle ayuda, sintiéndose repentinamente consciente de su aspecto desaliñado y sus mejillas sonrojadas. Jimin aceptó amablemente su oferta y comenzó a hojear los libros con interés. Durante su conversación, descubrieron un amor compartido por la poesía y la literatura clásica, intercambiando recomendaciones y reflexiones sobre sus autores favoritos.

A medida que pasaba el tiempo, Miranda se sentía cada vez más cautivada por la presencia de Jimin. Su voz suave y su mirada comprensiva la hacían sentir como si estuviera flotando en una nube de felicidad. Sin embargo, a pesar de su atracción instantánea, se esforzaba por mantener la compostura y ocultar la intensidad de sus sentimientos.

Después de un rato, Jimin agradeció a Miranda por su ayuda y se despidió con una sonrisa amistosa, dejando atrás un rastro de perfume sutil y un latido acelerado en el corazón de Miranda. Mientras lo veía alejarse por la calle, una sensación de pérdida se apoderó de ella, preguntándose si alguna vez volvería a verlo y si alguna vez tendría el coraje de confesarle lo que realmente sentía.

Aquella tarde, mientras cerraba la librería y se preparaba para regresar a casa, Miranda se encontraba perdida en un mar de pensamientos y emociones. Sabía que aquel encuentro con Jimin había cambiado algo dentro de ella, encendiendo una chispa de esperanza y deseo que no podía ignorar. Y mientras caminaba por las calles iluminadas por farolas, se prometió a sí misma que haría todo lo posible por encontrar la valentía de seguir su corazón, incluso si eso significaba enfrentarse al miedo al rechazo y la incertidumbre del amor.

Continuará...