La Pequeña Latina

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Tengo miedo...

Demasiado para ser exacta...

Artemis me ha vendado los ojos y me hizo prometer que no me la quitara por nada, hasta que el me diera la orden. No se a donde nos dirigimos, menos que haremos. Las sorpresas del chico hoyuelos, suelen ser algo...

O enormes...

O indescriptibles...

Cómo la tarjeta, el Ferrari, y sabrá dios que más se le ocurra

-Artemis...

-¿Si cariño?.

-Tengo miedo.

Mis dedos juegan entre ellos, el sudor de mis manos es exagerado. Trago grueso al sentir su silencio. Se que debo confiar en el. Que no me hará daño. Pero de tantas películas que he visto de psicópatas, me llegan a la mente.

Su risa ronca estalla por todo el Mercedes que se encuentra en marcha. Su mano se une a la mía, sin importar que está más que sudada.

-Mariposa, se que suelo ser algo misterioso -detesto que su voz me calme en segundos-. Pero jamás, haría algo en tu contra. Menos herirte.

-Entonces ¿a donde vamos? -pido nerviosa.

-Es una sorpresa -besa mi mano-. No temas de mí. Por favor.

La melancolía en su voz me hace sentir mal. El no me ha dado índices de ser una mala persona. Ha sido honesto conmigo. Me ha cuidado, amado, aún conociéndome. Sabiendo el error que soy. El desastre que he sido toda mi vida.

-De acuerdo.

Sigue manejando con nuestras manos unidas. Estar con él ha sido un gran cambio en mi vida. Cuando estaba con Rusell, jamás tuvimos este tipo de afecto, tampoco era la misma atención. Ni los mismos tratos. En cambio, con Artemis. Dudo que exista una palabra para poder decir todo lo que siento con el.

Rusell sólo te usó

Y este chico, cara de culo...

Me admira

Y eso que no tengo mucho que ofrecer. Soy pobre. Sin belleza, con poca estabilidad emocional. Me aferro a las personas por miedo a quedarme sola. En no lograr nada. Perder a Artemis...

Acabaría conmigo...

-¿En que piensas?.

Las habilidades de Artemis me sorprenden cada día. Es como si me conociera de toda la vida. Conoce cuando pienso. Cuando estoy triste. Alegre. Insegura. Conoce cada pequeño detalle en mi.

-En que... Eres lo mejor que me ha pasado -digo con vergüenza.

-Si vamos a esa -responde con tu tono neutro-. Tú eres la razón por la cual no me quise ir de esta ciudad.

¿Pensaba irse?

¡Khe!

-¿Ibas a irte? -murmuro.

-Al terminal el mural. Sólo me quedaría un día para ver que todo estuviera sin problemas -relata-. Luego me iría a Grecia. A seguir con mi vida.

Muerdo mi mejilla interna para mover mi cuello hacia el frente. Juro que no veré un coño cuando me quite esto.

-Hasta que cierta chica me insultó por ser un ciego que casi la atropella -termina con diversión en su tono.

-Debían llevarte detenido ese día -recrimino al recordar como el oficial se dirigió a mi persona.

-Lástima que tu sueño de deshacerte de mi fue interrumpido -siento sus labios en mis mejillas y me altero.

-¡Al frente! ¡Mira la carretera!.

Carne y HuesoWhere stories live. Discover now