— Es que...— apartó la vista. — Quería preguntarte sobre lo que hablamos ayer.

Poché se separó de mí para ponerse de rodillas en la cama, usando la fuerza de mis brazos arrastré mis piernas debajo de las sábanas para quedar recargada contra el respaldar de la cama.

Ambas teníamos una distancia prudente para hablar.

— ¿Lo de mi operación?— ella asintió. — ¿Sobre qué exactamente?

— Quiero saber si sigue en pie o solo fue algo fugaz de tu parte.

Llené de aire mis pulmones.

— No es algo fugaz, realmente quiero volver a caminar y si hay una oportunidad la tomaré. — tragué grueso. — Solo deseo hacer algo y no quedarme así.

— Bien, entonces haremos esto juntas. — Poché tomó mi mano. — No habrá imposibles, ¿de acuerdo?

— De acuerdo.

— Te veo de buen ánimo hoy, eso es bueno. — comentó dando un apretón a mi mano. — ¿Un motivo en especial?

La vi incrédula de su pregunta, creyendo que estaba alardeando o molestandome, pero el ver su rostro expectante me dio la conclusión de que lo preguntaba en serio.

— Pensé que lo sabías ya que el motivo de eso eres tú.

— ¿Yo?¿Por qué?— frunció las cejas.

— Porque eres lo único que me hace levantarme cada mañana.

Clavé su vista con la mía elevando la comisura de mis labios, acaricié sus nudillos con mi pulgar al ver el color rojizo en sus mejillas haciéndome reír.

— B-bueno. — titubeó, alcé las cejas. — Ya es tarde y debo atenderte, así que...

Salió de la cama colocando las manos en sus caderas, me observó y evité reír al verla más roja.

Se acercó a mi para dejar un beso en mi mejilla y prácticamente correr al baño, solté una risita por lo bajo totalmente enternecida.

«Me vuelves loca, María José» pensé.

Luego del escape de Poché al baño, salió para que con su ayuda hiciera mi aseo personal, asimismo subirme a la silla que era lo único que me permitía salir de la habitación.

Haciendo un esfuerzo gigante, callé los pensamientos de mi mente para no oírlos y dejarme llevar por lo que ahora eran mis demonios internos que me comían la cabeza por horas enteras.

Me desplacé con la silla hasta el ascensor personal para llegar a la sala de la casa, ahí me encontré con una Valentina en pijama de princesas comiendo pan y leche.

Al verme me saludó eufórica con su mano.

— Señora, te dejé pan, ¿quieres?— preguntó con la boca llena.

— No hables con la boca llena, Vale.

Poché se paseaba por la cocina para hacer el desayuno.

Debo admitir que sus dotes culinarios no eran buenos, pero al hacer tantos desayunos ha mejorado en el área, aunque me da huevos en todas sus presentaciones existentes, aprecio mucho el hecho de que ella quiera mejorar en la cocina.

— Está bien, si quiero.

Moví la silla hasta el comedor, Valentina hizo una mueca.

— Tarde, ya me lo comí.

— ¿Para qué me ofreces entonces?— dije riendo.

— Por amabilidad, la gente debe decir que no, pero siempre dicen si. — rodó los ojos. — Son unos igualados.

Indeleble || Terminadaحيث تعيش القصص. اكتشف الآن