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Los pies plateados caminaban descalzos sobre la suave arena que, a pesar de que el sol estuviera en su punto, no sentía ardor en sus pies, sino que parecía que caminara por las nubes. No sentía tampoco el viento, pareciera que todo permaneciera estático a excepción del mar que sus olas se movían con mucha calma.

Miró hacia enfrente, la miró de pie frente al mar tarareando una bella melodía y el sonido del mar ayudaba a que la canción fuera cantada.



– ¿Mamá? – llamaba el plateado acercándose un poco más – ¿Mamá? – volvió a llamar al no tener respuesta.



Quiso tocar su hombro, pero estaba aquella barrera invisible que le impedía avanzar hasta donde ella y tan solo suspiró hondo desviando la mirada sintiendo nuevamente aquel fracaso al no avanzar.



– Todas las noches apareces en mis sueños. – comentaba – Siento que hay algo detrás de todo esto y no sé cómo llegar a ti o a la respuesta... Sea cual sea...



La eriza plateada volteó para ver a su hijo, mantenía una expresión llena de paz y tranquilidad.



– Tu mente no está clara, hijo. – dijo finalmente.

– ¿A qué te refieres? – preguntaba volviéndola a ver – Dime que debo hacer y lo haré.

– Mente y cuerpo, son solo una cosa. – mencionaba – Una vez que la mente esté dilatada por algo nuevo, jamás volverá a sus dimensiones originales y avanzará al más allá.

– ¿De qué hablas? – fruncía el ceño.



Sintió como algo lo jalaba y de la nada abrió los ojos de golpe sentándose en la cama. Respiraba un poco agitado, miró a su alrededor ratificando que estaba en su habitación siendo un poco iluminado por los primeros rayos de sol.

Suspiró hondo y bajó sus pies al suelo, se frotaba la cara sin despejar su mente de aquel "sueño" que tuvo.





Durante el día, el plateado estuvo ocupado entrenando en el gimnasio de la base a pesar de tener el día libre. Por supuesto, no dejaba de pensar en las palabras que su mamá mencionó durante su sueño y estaba tan concentrado que no se daba cuenta de la fuerza que estaba utilizando al momento de golpear el costal que colgaba del techo y tampoco se percató de que cierta gata color morado estaba a su costado mirando como golpeaba al inocente costal.



– ¿Silver? – llamaba con mucha calma.



El plateado de asustó que dio varios pasos atrás mediante algunos brincos.



– ¡Blaze! – llamó en cuanto vio de quien se trataba – ¿Cuánto tiempo llevas aquí? – se le notaba apenado.

– Exactamente un minuto.

– Juro que no te escuché entrar. – reía un poco volviendo hacia ella – Hubieras lanzado alguna chispa de fuego a mi cabeza o algo así.

– Golpeabas al pobre costal con mucha fuerza. – se burlaba mientras tocaba el costal – ¿Está todo bien, Silver?

– No lo sé... Me encuentro muy confundido.

– ¿Otra vez soñaste con tu madre?

– Sí y esta vez logré dialogar un poco con ella – fruncía el ceño –, solo que me dejó demasiado confundido... Pude decirle que sé que hay algo detrás de todo eso...

– ¿Recuerdas qué fue lo que te dijo? – preguntaba con mucha curiosidad mientras se sentaba en el suelo.

– "Tu mente no está clara. Mente y cuerpo, son solo una cosa... Una vez que la mente esté dilatada por algo nuevo, jamás volverá a sus dimensiones originales y avanzará al más allá."

Realidad Endeble ~ ShadonicWhere stories live. Discover now