5

72 18 10
                                    

La ardilla abrió los ojos poco a poco, ya estaba el sol en su posición con algunos rayos entrenado por donde la cortina le permitía pasar. Miró a su lado, Verena estaba sentada en la cama mientras bebía agua ya con su ropa puesta.



– Buenos días, luz de mis ojos... – saludaba con una sonrisa.

– Buenos días. – saludaba la gata blanca tras tomar el agua – Dormiste demasiado. – reía un poco – No quise despertarte, te vi muy cómoda.

– Es mejor despertar a esta hora que antes. – se estiraba.



Avril miró sus propias manos, estas estaban temblando ligeramente.



– Te espero para que vayamos a desayunar con los demás. Esta vez desayunaremos con Ion.

– Adelántate, ya me esperaste lo suficiente. – decía mientras se sentaba en la cama y hacia puños continuos – Ve a desayunar mientras yo me alisto.

– ¿Estás segura? – la miraba.

– Por supuesto, linda. – sonreía – Sabes que me tardo en alistarme porque proceso el haberme despertado.

– De acuerdo, te veo allá entonces. – decía mientras caminaba hacia la puerta.

– Oye.

– ¿Sí? – volteaba a verla.

– Te amo. – sonreía mirándola.

– Te amo más. – sonreía.



Abrió la puerta y salió de la habitación sin más.































El gato rojo estaba sentado con la espalda un poco encorvada, su mano izquierda reposada en su pierna mientras que la derecha sostenía su cabeza con el codo apoyado en su otra pierna y sus ojos estaban cerrados. Se notaba totalmente exhausto, en toda la noche no había podido dormir.

Escuchó que la puerta se abrió, los pasos llegaron hasta donde se encontraba, pero aun así no se molestó en abrir sus ojos.



– Ya está todo listo, señor. – decía uno de los que habían llegado.

– ¿Podemos llevárnoslo? – preguntaba su compañero.



El líder tan solo asintió con la cabeza e hicieron caso a la orden. Pusieron el cuerpo del lobo en la camilla que habían dejado desde antes y lo cubrieron con una sábana blanca



– Lo lamentamos mucho, señor.



El gato tan solo suspiró, ellos arrastraron la camilla y salieron con el cadáver del lobo negro.























Disfrutaban del desayuno que Ion les había preparado, esta vez, quiso que sus chicos de entrenamiento desayunaran con él ya que no solo quería que lo vieran como un entrenador más sino también un buen amigo.



– Este tocino es... ¡Delicioso! – alababa el plateado con mucha emoción tras probar el tocino.

– Sé que eres un amante del tocino y quise prepararte un poco. – sonreía el lobo blanco.

– Tus ojos se iluminan cuando ves el tocino. – decía la gata morada con una ligera sonrisa.



Miró la pequeña mancha de grasa que estaba en la mejilla de Silver y, con su pulgar, limpió aquella mancha. El plateado no supo qué hacer ante ese gesto, solo miró sonriente y muy nervioso a su amiga.



Realidad Endeble ~ ShadonicWhere stories live. Discover now