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Tic tac.

Tic tac.

Tic tac.

El sonido del reloj en el consultorio de la doctora Jones me tenía cansada. Si bien, había dormido algunas horas durante el día de ayer, la noche fue lo peor. ¿Qué demonios hacía toda la madrugada si no tenía sueño ni mi teléfono o algo para distraerme? No tuve más opción que tomar el viejo —y único— libro de la estantería y leerlo durante la noche hasta que me regresara un poco de sueño. Afortunadamente, el tipo loco que se hacía llamar mi enfermero no volvió a aparecerse en mi habitación.

Y ahora aquí estaba, en el consultorio de la doctora a las ocho de la mañana de mi segundo día en RoseWood, harta de todo esto. No sabía cómo me las arreglaría para salir de aquí.

—De acuerdo Gia, no puedo ayudarte si no me lo permites. Sé totalmente sincera conmigo y dime, ¿por qué atacaste a tu padre? —pregunta ella, desde su escritorio.

—Lo he dicho muchas veces, fue un accidente. Gerard estaba en mi casa, con un arma y quería llevarme con él. Actué en defensa propia, pero todo estaba oscuro y no pude ver que se trataba de mi padre. Jamás lo lastimaría por voluntad, tienen que creerme.

La doctora asiente ligeramente ante mi respuesta, intentando parecer comprensiva, pero distante. Revisa un par de hojas que tiene frente a ella y las analiza detalladamente mientras hojea una y otra vez.

De pronto su rostro se tornó completamente serio. Intentó acercar su torso a mí mientras se retiraba las gafas.

—Las cámaras de seguridad no captaron a ningún intruso entrando en tu casa, Gia. No hay evidencia de que alguien que no fuera de tu familia estuviera en tu casa.

—Por supuesto que no —respondí yo casi inmediatamente—, Gerard es experto en esconderse y escabullirse. No dejará ni una huella, créanme. ¡Es un prófugo! Sabe perfectamente lo que hace. Tienen que escucharme para poder atraparlo, de lo contrario, seguirá haciéndome parecer como una loca mientras sigue matando por ahí libremente.

Ella expulsó aire fuertemente por su boca mientras se ponía de pie.

—Escucha, en serio quiero ayudarte. Creo que eres una buena chica y que no mereces estar aquí, pero mientras mantengas tu versión no podré ayudarte —se quedó callada por un momento, suspiró y luego habló como si no estuviera muy segura de lo que estaba a punto de decir—. Gia, el equipo habló con la policía ayer. Al parecer el ADN del chico en el auto corresponde al de Gerard. Él sí murió.

Me levanté de mi asiento y puse una mano en el escritorio de la doctora.

—Cenizas. Solamente encontraron cenizas, mezcladas entre chatarra, metales, y muchas otras cosas. Mientras no haya cuerpo no pueden estar seguros de que se haya tratado de Gerard. Créame, doctora, no estoy loca. Él fingió su muerte para escapar y quiere que escape con él. Sé que es cuestión de tiempo para que venga por mí.

La doctora Jones negó con la cabeza. Definitivamente no nos estábamos entendiendo. Se dirigió a la puerta del consultorio con una cara de decepción, la abrió y con la mirada en el suelo dio por terminada la sesión.

—Nos vemos mañana a la misma hora. Vuelve a tu habitación, por favor, Gia.

Sin oponerme de ninguna manera, salí del consultorio. La doctora Jones me trataba como una loca y ni siquiera estaba dispuesta a escucharme. Tener sesiones diarias con ella iba a ser una tarea difícil, ya podía verlo venir.

Los hombres de seguridad se encargaron de acompañarme de regreso hasta mi horrible habitación. En el camino a ella, pude ver a muchos enfermeros haciendo su trabajo y no pude evitar recordar al chico extraño de anoche. Vaya suerte la mía para que me hubiera tocado el enfermero más raro de todo el maldito hospital.

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⏰ Última actualización: Apr 27 ⏰

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