30. Presente

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Lebanon, Kansas.

Un nuevo día daba comienzo para los cazadores tras cumplir una semana exacta del incidente que casi le había costado a Dean ser víctima de la posesión de Belial.

El ambiente en el búnker desde entonces se había tornado agitado. Las jornadas de investigación resultaban intensas, prolongándose hasta altas horas de la madrugada, y el secretismo que seguían manteniendo los hermanos mayores de ambos clanes sólo hacía que ir en aumento.

Dean y Josh seguían guardándose para sí mismos la conexión que el segundo había desarrollado con el demonio, episodios que no habían vuelto a darse gracias a un brebaje de hierbas mágicas que Lucy le había facilitado para mantener la mente cerrada a posibles intrusiones de su enemigo común.

La diablesa les había explicado él porque de las conexiones de ambas mentes, y por lo visto tenía mucho que ver con el hecho del número de años que Josh había estado vivo bajo el influjo de Belial.

Aquel tipo de posesión era una excepción, lo más normal era que la víctima de ésta terminara por consumirse dentro de su propio cuerpo pero el cazador había conseguido aguantar y eso lo había acercado sobremanera a su ocupante, haciendo que durante el exorcismo una mínima esencia de este permaneciera aún presente en Josh.

La noticia no había caído nada bien al mayor de los Parker, el cual aún no había superado todo el horror causado con sus propias manos a miles de inocentes y ahora sumaba eso, que una parte de su ser continuaba estando ennegrecida por aquel despreciable monstruo que tanto le había robado ya.

Sin embargo, aquello no fue lo único sobre lo que Lucy les arrojó algo de luz. La caoba también les explicó el porqué el cuchillo mata demonios no había funcionado, así como el porqué no lo haría tampoco ninguna espada angelical.

Belial era un demonio de primera jerarquía. Un ser creado expresamente de la nada como entidad malvada. No se trataba pues de una alma humana torturada a lo largo de los años en el Infierno que había terminado por volverse oscura, no. Era algo más que todo eso, era la creación de la maldad personificada a manos del mismísimo Lucifer. Lo que significaba que sólo el poder de un arcángel, o en su defecto el arma de éste, era capaz de vencerlo.

Y por desgracia para la tarea que les ocupaba, tanto Gabriel como Rafael, Miguel y Lucifer, se encontraban fuera del tablero de juego al igual que sus armas, desaparecidas junto a ellos. En resumen, la única forma conocidas capaz de derrotar a Belial de una vez por todas era un camino sin salida.

Los polvorientos documentos de los Hombres de Letras se amontonaban uno tras otro sobre la larga mesa de la biblioteca, rodeando a ésta, los hermanos Winchester y Parker trabajaban codo con codo en la búsqueda de alguna forma que les ayudará a derrotar a Belial.

En las manos del mayor de los Parker, el Libro de los Condenados mientras su mirada ojiazul escudriñaba con interés una de sus múltiples páginas.

-¿Ahora comprendes esa extraña lengua satánicas? -inquirió Ashley, irónica y completamente ajena al hecho de que así era.

Josh se limitó a dedicarle una media sonrisa antes de cerrar las tapas del libro y dirigir una rápida mirada a Dean, el cual comprendió al momento que algo nuevo había descubierto.

-Necesito un descanso. -comunicó el mayor de los Winchester, estirando los brazos tras su cabeza para después levantarse de su asiento. -Iré a por previsiones. Tenemos la nevera tan vacía que bien podría caber un esquimal en ella.

-Voy contigo. -se sumó Josh.

Ashley miró primero a uno y luego al otro.

-¡Eh, no tan rápido! -les llamó la atención algo molesta. -Siempre sois vosotros los que os escaqueáis.

BAD COMPANY [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora