47

25K 1.5K 26
                                    


Damon.

Me saqué el cristal incrustado cuando venía caminando hasta acá. No fue grande, pero si saco demasiada sangre. Al menos sé que está mejor. No está vomitando ni ignorándome. Ahora pelea...

Paso sin hacer ruido al cerrar la puerta. Una vez adentro puedo divisar a Fierro limpiando las heridas a Edgar.

—Maldito idiota. Si no lo hubieras traicionado ella no hubiese sufrido todo eso.—Lo escucho susurra.

Fierro hace algo que provoca que el idiota en el piso susurré.

Por suerte ninguna bala le dio en la cabeza y el enfoque principal eran sus piernas para que no muriera tan rápido.

—Fierro. Déjamelo a mí.

—Bien.—Se aparta a un lado.

—Hola amiguito.—Hablo irónicamente.—¿Listo para más?

—M...m-matam...me—Dice arrastrando las palabras.

—Morirás. Eso está claro. Pero primero nos queda algo pendiente.—Susurro.—Fierro. Pásame la cierra.

—Ni que fuera tu empleada.—Se queja, pero de igual manera me la pasa.

—Vamos, amiguito.—Enciendo la cierra eléctrica a mano.

—P-por favor...

—Tranquilo... ¿Recuerdas cuando torturamos juntos?—Pregunto cambiando de tema —Tú te reías porque se veían patéticos llorando y suplicando. ¿Qué irónica es la vida? Estás muriendo y haces lo mismo que esos idiotas. Me das pena amigo mío.

—Damon...

—Es hora. Edgar.

...

Está listo.

Se ha ido.

Se fue el traidor.

Una diminuta parte de mí se siente mal. La parte que aún veía a Edgar como su mejor amigo.

Que bueno que esa diminuta parte no me controle. O seguramente estaría muerto por estúpido.

—Damon...—Habla Fierro.

—¿Qué, vas a suplicar por tu vida?—me burlo.

—No. Voy a suplicar por ella.—Dice y agacha la cabeza.—Por favor. Niño. Recapacita... Ella merece ser feliz.

—¿Y crees que conmigo no lo será?—Entrecierro los ojos analizando su expresión.

—No lo será. No le hagas lo mismo que a mi hija. Te lo ruego.—Susurra.—Me vale mierda morir aquí. Lo merezco. Te traicioné Y lo volvería a hacer si de ella se trata.

—¿Morirías por ella?

Él asiente sin pensarlo dos veces.

—Te voy a hacer una pregunta. Y espero que la respondas con sinceridad.

—Adelante.—Asiente.

—¿Akira está embarazada?—Pregunto y busco alguna expresión en su rostro. Pero nada cambia. No sé mueve. No habla. Apenas se nota que respira.

—¿No hablarás?—Inquiero.

Él niega.

—Es increíble. Una mujer. A quien conoces desde hace poco, le entregas la lealtad que tanto buscaba de ti.—Suspiro.—De verdad te consideraba un padre.

—Hijo mío. Sabes que te fui leal... Pero destrozaste esa lealtad cuando la mataste. Me la arrebataste.

—Sabes bien la verdad.

—Ahora quieres hacer lo mismo con ella.—Niega cansado.

—No es lo mismo. Dios. No lo es. Akira es... Ella realmente me hace sentir algo más. Algo que lamentablemente Yuri jamás me dio. Ni con su indiferencia...—Explico.

—No la mates.—Sus ojos se llenan de lágrimas.

No lo haré.

Está a punto de morir y no suplica por su vida. Suplica por la de ella...

—Te concederé verla. Padre.—le hablo con respeto.

A pesar de todo lo respeto. Él me crío.

Se ganó mi respeto y ese título.

—Una última vez.—Trago una cosa amarga que se instaló en mi garganta.—No lo hago por ti. Es por ella.—Miento.

Es por ambos.

Él lo sabe. Me conoce, pero no dice nada al respecto.

—Gracias... Gracias Hijo mío.—Susurra.

Dominame ✓ [Terminada, primer Libro]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora