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Akira.

No sé dónde me llevan. No puedo ver. Escuché balazos y un grito de mi padre...

Nos encontraron cerca. Pensamos que nos dejarían ir pero nos equivocamos. No tenía planeado dejarme ir. Planeaba darme la esperanza de hacerlo y luego arrebatármela como si nada.

—Déjame ir. Te aseguro que a tu jefe ni siquiera le importo. Me abandono por años. Tal vez solo quiere quedar bien con los demás o que sé yo.—Ruego.

Me pusieron una venda en los ojos. Me pone nerviosa no poder ver a dónde voy.

—Es su padre señorita claro que usted le importa.—Dice.

—No lo fue por años. Y no lo será ahora. Por mucho que él intenté cambiar eso. El daño ya está hecho.—Digo.—Ya crecí sin un padre. No le importo saber que una niña andaba sin padre y madre por ahí. ¿Por qué le importaría ahora que estoy grande?

—Usted es importante. Puedes que ahora no lo vea porque está resentida. Pero si padre la ha protegido desde siempre.—Habla tan calmado que me da rabia.

¿Resentida?

Puede ser.

¿Pero quién no lo estaría?

¿Quién en su sano juicio no estaría resentida después de Todo lo que he pasado?

Lo odio.

Y no me importa sus excusas.

Lo seguiré odiando.

—¡Suéltala!—Escucho la voz de Lincon.

—Joder.—Se queja el hombre.

Escucho como alguien corre. Y luego más balazos.

Dios...

Odio ese sonido.

Me recuerda a esa noche...

A pesar de no ver cierro los ojos. No por miedo. Si no de una forma para pensar en algo más. En alguien más. Cualquier cosa. Que me saque de la realidad.

Damon.

Está con los ojos vendados. Y las manos atadas.

Sé que no me ve, pero sabe que estoy aquí.

—Suéltala korian.—Se le cae la máscara de frialdad cuando digo su nombre.

—¿Cómo sabes mi nombre?—Pregunta desconfiado.

—¿Crees que no investigo a mis enemigos?—Hago una pausa—¿Crees que no sé que tiene dos hijas Una de once y otra de nueve años? ¿Que estudian en casa para que no les pase nada?

Él levanta su arma hacia mí. Fierro se pone a mi lado y levanta el arma hacia él. Es bueno saber que algo nos une. Ese alguien mejor dicho, es Akira. Pero eso no lo salvará de la muerte dolorosa que le daré.

—¿Cómo se llamaban? Montserrat y Diana?—Pregunto con malicia.

—Tu eliges. O la sueltas y mueres rápido o mato a tus hijas frente de ti y tú te les unes.—ofrezco.

—Jódete.—Aprieta el gatillo.

Akira.

Escucho otro más. Está vez está más cerca de mí.

Mierda.

—Joder...—Escucho como alguien se queja.

Escucho como un cuerpo cae. A mi lado. No hay gritos. No hay nada.

Ya nada me sostiene.

Lo mataron.

Con el pecho agitado me saco la venda de los ojos y antes de ver de quién se trata. Corro.

Si es Damon me atrapará y me llevará con él. Si es Alan. Hará lo mismo.

No tengo escapatoria. No me puedo ir con ninguno de ellos. No me dejarán ser libres.

No llego demasiado lejos cuando unos brazos me atrapan.

Mierda.

¿Acaso no he tenido suficiente?

—¿A dónde vas cariño?—Pregunta pronunciando lo último con tono de burla.—Se acabó la persecución.

Siento su aliento en mi oído.

Dominame ✓ [Terminada, primer Libro]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora