Sé que no me llamará, no enviará ni un solo mensaje aún cuando realmente necesite de mi ayuda porque es fiel a su hermandad. Nunca han habido secretos entre ellas, yo no quiero serlo y Casie sabe a la perfección que necesito mantener la distancia de todo lo que a Duncan se refiere.

— Espero que te vaya de maravilla en tu nueva universidad, que seas feliz y encuentres con quien serlo… —dice, con mis dedos pellizco sus mejillas ante sus adorables palabras ganándome una mala mirada y solo cuando la dejo en paz me da una leve sonrisa— Ten un buen viaje, te extrañaremos mucho.

— Gracias, pequeña Cas, tu no descuides tus calificaciones en el instituto ¿Quedó claro? —con mi dedo indice señalo en su dirección y asiente con la cabeza— También voy a extrañarlas. Dale mis disculpas y saludos a tu madre…

— De acuerdo… —responde, alguien llamando su nombre desde algún lugar la distrae y asiente con la cabeza hacia mi— Adiós…

La veo alejarse, perdiéndose entre las personas y decido salir de allí con un peso extra sobre mi pecho. Avanzo a un ritmo bastante lento hasta la cafetería a una calle de distancia, me adentro al lugar y dos minutos después localizo la cabellera negra.
Me acerco con pasos lentos, me dejo caer frente a él mientras toma un sorbo de su café y pido lo mismo que mi mejor amigo al joven que se acerca a tomar mi orden.

— Supongo que no me dirás a dónde fuiste ¿estoy en lo correcto? —pregunta, asiento con la cabeza y muerdo el interior de mi mejilla.

— Estuve pensando en lo que dijiste… 

— Bueno, digo muchas cosas… tendrás que ser más específica —responde, intento sonreír pero creo que solo consigo una pequeña mueca.

— Una vez me dijiste que cuando una persona va desapareciendo de tu vida duele más que ver a un ser querido morir… —susurro, Lou asiente con la cabeza y me mira confundido— Tenías razón. Debo admitir que se siente como morir lentamente sin tener la opción de calmar el sufrimiento. No lo entendía al principio pero ahora sí. Duele más porque sabes que la otra persona está viva y es libre sin miedo, ataduras o sentimientos de por medio. Porque sigue con su vida y tú nunca fuiste siquiera una opción a la cual ella consideró elegir. Duele porque su vida continúa normalmente mientras la tuya se cae a pedazos. Lo entiendo. 

Me detengo en cuanto noto al camarero acercarse con mi pedido, espero pacientemente que deje todo y noto que Lou se ve algo sorprendido por mis palabras.

— Aquí tiene, que lo disfrute —dice, asiento con la cabeza y espero a que se aleje para regresar a la conversación.

— Cuando ves a un ser querido morir, no te queda más que aceptarlo y enfrentarlo porque no hay una manera de salvarlo. Cuando una persona va desapareciendo de tu vida duele peor porque las preguntas nunca se acaban, los distintos escenarios y las posibilidades de haber podido arreglarlo te atormentan. Pero sobre todo te persigue la única pregunta que te deja por el suelo y que no puedes borrar con nada “¿Acaso no fui suficiente?” —le doy un sorbo a mi café tomándome un minuto para calmar mi respiración— Aún si tienes parte de la culpa o no, duele de la misma manera. Son sentimientos que no puedes borrar o ignorar, no los controlamos al igual que no controlamos las acciones de las demás personas. 

— Me alegra escucharte hablar así, se me estaba encogiendo el corazón ver que te culpabas por lo que sea que había ocurrido entre Hanna y tú… —explica, doy otro sorbo a mi café y niego con la cabeza.

— Comprendí que no cometí errores, que siempre intenté hablar y solucionar lo que ocurría. No traicioné su confianza ni irrumpí en su privacidad, siempre acepté sus límites y condiciones. Me disculpé por equivocaciones que no eran mías, perdoné actitudes que a mí no me habrían perdonado y me mantuve en silencio cuando debí hablar —me encojo de hombros restándole importancia mientras miro hacia la calle en donde los autos van y vienen— Lo que ocurrió fue su culpa.

CasiopeaWhere stories live. Discover now