Capítulo 09: Doux Monet

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Jacque.

Alizee, estaba muy equivocada si creía que iba a ignorar los avisos de su cuerpo diciendo que tenía hambre y no haría nada al respecto. Pudo haberse negado ante mi invitación, pero nada impediría que le comprara ese desayuno. Además, eso significaba que pasaría un rato más con ella.

Sintiendo su desprecio y rechazo, acompañado de unas muy lindas groserías.

Así que me encontraba en esta misión. Conduje como loco arriesgando mi importante existencia, para comprar la comida en el menor tiempo posible. No quería demorarme y que al llegar ya hubiera comido por su parte. Quería que lo hiciéramos juntos.

No sabía muy bien que le gustaba, por lo que tomé lo esencial intentando variar.

Gracias al cielo no había fila a la hora de pagar, por lo que activé mi modo flash nuevamente al conducir.

Cuando llegué, le pregunté a Jane donde se encontraba el cuarto de pintura de Alizee, me frunció el ceño, pero amablemente me indicó cual era.

Toqué la puerta al llegar, Alizee, abrió con un semblante irritado.

Ya era normal.

—Vaya, sabía que ya estabas fastidiada de mi humilde presencia, pero creí que con comida —enseñé la bolsa—. Tendrías menos irritación.

Se relajó y frunció el ceño.

—¿Eso qué es? —pregunta apuntando la bolsa.

—Comida, lo acabo de decir.

—Pues creo que te equivocaste de lugar, porque yo no he pedido nada.

Tan dulce como siempre.

—Tú no, pero tú estómago sí. ¿Me dejarás pasar? —pongo carita de perrito triste—. Mira que no me he demorado ni veinte minutos trayendo la comida, arriesgué mi vida por ti yendo a una velocidad que infringe varias normas.

—Repito, yo no te lo pedí así que no te debo nada —hace una pausa—. Lástima que no la arriesgaste lo suficiente, porque aquí estás —dice con ironía.

—No, pero yo quiero pasar y comer contigo —insisto.

—Sí, pero yo no quiero eso. Creo que la convivencia entre los dos fue suficiente por hoy.

—Unos minutos más no creo que te maten.

—No, pero me agobiarán.

—Solo será comer y ya Alizee —digo exasperado.

Lo pensó un corto lapso y respondió:

—Mmm, está bien. Pero —como se ponga a escuchar música juro que dejaré de insistir—. No hables ni digas nada.

Parece un trato justo.

Pero no lo tomaría.

—Entonces me iré con la comida —me moví con intención de irme.

—Okey.

Cerró la puerta.

CERRÓ LA PUERTA.

EN. MI. CARA. Y. CON. COMIDA.

Que amable y empática era, si alguna vez me casaba con alguien, ojalá fuera así de cariñosa.

Okey, una vez más.

Golpeé la puerta y hablé:

—Vamos Alizee, habíamos hecho las paces ya. Haz el intento de ser cordial unos minutos más. Además, sé que tienes hambre —dije con el tono más dulce que pude.

InquebrantableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora