Capítulo diecinueve

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—Pues... esperar por vosotras.

Los tres rieron y ellas fueron las encargadas de abrir las puertas del estudio. Jack estaba en una esquina y Mario en otra, concentrado en sus zapatillas. El español no lo miró cuando entró. Jack, en cambio, sí le dedicó otra sonrisa.

El ensayo dio comienzo en parejas. Louis y Maya seguirían las indicaciones de Jack, al igual que Mario y Andrea. Lo primordial era comenzar con el pas de deux. Los movimientos serían ejecutados y dirigidos primero por el coreógrafo.

Las miradas de las dos parejas se encontraron en los reflejos en el espejo mientras la música clásica llenaba el estudio. Jack practicó primero con Maya, después con Andrea y finalmente con los chicos, indicándoles con marcas en el suelo por dónde debían moverse. Se trataba de un solo de aproximadamente seis minutos.

Louis comenzó con una entrada elegante, acompañada con la música de Tchaikovsky. Con todas las indicaciones en la cabeza y la certeza de conocer aquel ballet como la palma de su mano, realizó un développé con la pierna extendida hacia atrás y los brazos en bras en couronne. Su presencia debía llenar el escenario mientras avanzaba hacia Maya, quien debía responder con la delicadeza de un hada, ejecutando una serie de pirouettes rápidas y controladas.

Louis sostuvo a Maya con fuerza, levantándola en una pose de fish dive. Sus brazos se extendieron con destreza, siguiendo la música en una sincronización perfecta. En otro movimiento, Louis debía guiarla en un grand pas de chat que se desplazaba por el escenario. Sus saltos fluidos y aterrizajes suaves debían dar vida a la conexión entre El Príncipe y El Hada Confitada, transmitiendo así la historia del ballet. Louis la sostenía con firmeza ya que sus brazos tenían que proporcionar el apoyo necesario para elevarla en el aire con absoluto control.

Cada paso de aquella versión de El Cascanueces estaba cuidadosamente coreografiado para resaltar la magia entre los personajes. Jack daba indicaciones precisas para ajustar y refinar las posiciones, dirigiendo la sesión con una mezcla de autoridad y aprecio por la destreza. Louis se fijaba en las correcciones que le hacía a Mario antes de acercarse a él, intentando adelantarse al ajuste. Maya parecía hacer lo mismo, sin despegar la vista de sus reflejos en el espejo.

El primer ensayo continuó durante dos horas y la preparación antes de salir a escena con Don Quijote se les echó encima. Vio a Mario de reojo, que resoplaba mientras se retiraba el sudor de la frente con una toalla; debía estar pronto en vestuario. Si él ese día se sabía especialmente cansado, el ritmo del español no era muy diferente. Tenía un papel de solista y tenía que entregarse por completo y en un par de horas al personaje de Basilio.

Maya y Andrea lo despidieron y Jack salió del estudio tras otra breve despedida. Louis se apresuró a ducharse, tomar algo y dirigirse a vestuario a por su ropa. Quería mandarle un mensaje a Harry, pero estaba teniendo un día ajetreado y se acordó más tarde de que había dejado su móvil en la taquilla.

Harry iría a buscarlo al acabar la presentación, así que comenzar a pensar en eso le hacía sonreír. Tenía una forma especial de cuidarlo y no podía resistirse al argumento de que yendo a recogerlo pasarían más tiempo juntos. Con todo ello, se imaginaba el tipo de sorpresa que le aguardaría. Le hizo llevar abrigo y un bañador, así que apostaba por una escapada a algún hotel. Con solo imaginarlo, algo ardía en su interior.

En general y a lo largo de cada día pensaba muchísimo en Harry. A veces se sorprendía recordando su voz, el último mensaje que le había enviado o alguna conversación. Se acaloraba si se recreaba en algún beso y se desesperaba cuando descubría las ganas que tenía de volver a verlo. Lo que tenían llevaba semanas saliéndosele de las manos. La confianza entre ambos rozaba unos límites en los que debía admitir que Lili tenía razón. Quería ir en serio con Harry y debía decírselo cuanto antes. No sabía si era o no necesario, pero algo le decía que tenía que hacerlo.

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