Capítulo diecinueve

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La señora Wang le había subido el alquiler. No le dio ninguna explicación. Ya le había cobrado el mes hacía un par de días y lo interceptó por la mañana antes de que saliera hacia el teatro. Le dijo algo sobre que nunca se lo había subido, el centro de Londres y la inflación. Se había quedado boquiabierto, pero no tuvo tiempo de discutirlo. Ni ganas. Era viernes y se iba a pasar el fin de semana con Harry. Todavía no le había dicho a dónde, mencionaba que era una sorpresa.

Decidió que el tema de su casera debía esperar. El Louis de la próxima semana se encargaría de eso. Aquel día tenía una función temprana en Don Quijote y los primeros ensayos de El Cascanueces. Estaba algo nervioso porque serían directamente con Jack, aunque lo tranquilizaba que también estuviera Maya. Practicar por primera vez el pas de deux con ella lo compensaba todo.

Hacía ya un par de días que no coincidía con Lili en la hora de la comida porque su departamento también estaba volcado en la preparación de la escenografía de El Cascanueces. Todos los rincones del teatro tendrían pronto una decoración navideña con motivos del característico muñeco. Habría árboles gigantescos de navidad en los salones y vestíbulos, las visitas guiadas se triplicarían y la tienda de regalos se llenaría con la nueva colección.

Louis llegó aquella mañana temprano al teatro. Se tomó un café a prisas y tuvo clases extraordinarias de pilates. Cuando llegó una hora más tarde al estudio de ensayos, Jack lo interceptó.

—Louis, hoy es tu última presentación en Don Quijote.

Estaban en uno de los pasillos y parpadeó.

—Pero... no sale del calendario hasta dentro de dos semanas.

—Ya, pero ahí solo eres del cuerpo de baile y te necesito centrado en la preparación de El Cascanueces. Tienes que empezar a llevar el ritmo de un solista o principal. También quiero que hagas otras pruebas.

Pasó saliva mientras lo procesaba. El coreógrafo no llevaba su tablet y no vacilaba al mirarlo.

—De acuerdo.

—Empezamos en quince minutos.

Asintió de nuevo, esa vez con la cabeza. Jack le dedicó una sonrisa antes de retirarse. Louis optó por aprovechar el tiempo yendo a los vestuarios a dejar su bolso y a hacerse con un par de botellas de agua.

Nunca sintió una gran conexión con la obra de Don Quijote como con las otras. La Bella Durmiente, por descontado, había sido la más especial para él. La extrañaba y el día que actuó por última vez fue emotivo y especial. La siguiente semana su rutina volvería a cambiar y tendría que estar preparado para volver a adaptarse.

Iba bebiendo agua cuando frenó antes de abrir una de las puertas del estudio.

—No tengo tiempo para tus tonterías, Mario —había dicho la voz de Jack. Su tono era elevado.

—¡¿Tonterías?! Estoy harto.

—Mario —pronunció con firmeza el coreógrafo. Louis se quedó quieto detrás de la puerta. Parecían estar solos.

—Estoy disp-

—¡He dicho que no! Compórtate como un profesional. Luego hablamos.

Louis retrocedió. Jamás había escuchado aquel tono de voz en Jack Matthews. Cuando se giró vio a Maya y a Andrea dirigiéndose hacia la misma entrada donde él estaba.

—¡Hola, Louis! —lo saludó Maya.

—Hola, chicas.

—¿Qué haces ahí parado? —le preguntó Andrea, la bailarina que interpretaría a El Hada Confitada con Mario como El Príncipe.

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