7 SENTIMIENTOS

342 44 10
                                    

Cualquier persona podría pensar que, si un hombre adulto quiere tener intimidad con su amante, una habitación es el lugar indicado para cualquier acto que no debe ser compartido con visitantes inesperados, sí eso podría pensar cualquier persona, en un estado mental de absoluta calma. Pero Jiang Cheng no estaba en calma, lleva acumulando intensos deseos carnales hacia Lan XiChen durante muchos años. Esos deseos se incrementaron en los últimos tiempos, entre besos y caricias en la privacidad más absoluta, momentos de intimidad robados furtivamente, pero sin llegar a la entrega total del uno hacia el otro. Jiang Cheng realmente confió en que nadie aparecería por el jardín de lotos... claramente su exceso de confianza le jugó una mala pasada. Ahí están ambos hombres completamente desnudos y empapados, más allá de la excitación, literalmente están mojados de pies a cabeza, manteniéndose a flote en el pequeño lago donde terminaron sumergidos después de que Jiang Cheng destruyera accidentalmente el muelle en el que se encontraban.

Este día estaba lleno de "accidentes", este último en particular fue lo que colmó la paciencia de Jiang Cheng. Sus túnicas fueron a parar al fondo del lago, no valía la pena sumergirse y buscarlas, por ende no tenían ropa para salir, ni siquiera calzado. Todo pasó muy rápido, Jiang Cheng estaba sentado en el regazo de Lan XiChen, ambos completamente envueltos en su burbuja, de pronto escuchó la voz de Jin Ling llamándolo, Zidian reaccionó a su pánico y salió desplegada, destruyendo a su paso el muelle donde ambos se encontraban, para finalmente terminar sumergidos en el lago. Instintivamente ambos se buscaron bajo el agua para salir a la superficie, pero estaban bien, pues el lago del jardín no era muy profundo, llegando a tocar el fondo del lago si se paraban de puntillas. No hubo heridos ni ahogados. Pero lo cierto es que en esos momentos Jiang Cheng hubiera preferido ahogarse, o al menos que la tierra se partiera en dos y poder escapar por algún hueco, antes que enfrentar a su sobrino que se había quedado congelado sobre el borde del jardín. Si hubiera puesto un pie sobre el puente que conducía al muelle también hubiera caído con ellos. De verdad el joven estaba estupefacto, con la boca y los ojos muy abiertos, sin quitarles la mirada a ambos líderes. Sin perder tiempo le gritó a Jin Ling.

—¡Ve y pide que nos traigan túnicas secas para poder salir! ¡Y no regreses, quédate en tu habitación hasta que te llame! —ordenó Jiang Cheng a su sobrino, que inmediatamente asintió repetidamente y salió corriendo sin decir una palabra. Jiang Cheng se dio la vuelta y vio a un Lan XiChen serio con la mirada fija en los lotos que flotaban cerca de ellos, notando que habían perdido algunos de sus pétalos con la destrucción y caída del muelle.

—¿XiChen estás bien? —le preguntó Jiang Cheng, realmente el rostro del otro hombre reflejaba preocupación.

—Wanyin, mira... —dijo señalando el lago— los lotos han perdido sus pétalos.

—No te preocupes por eso —tomó la mano de Lan XiChen y la apretó suavemente. Jiang Cheng estaba sorprendido por la tristeza que reflejaba el rostro del primer jade y sobre todo que la causa fueran los lotos.

Jiang Cheng iba a preguntar qué sucedía, pero sus palabras no llegaron a salir, inmediatamente se escucharon pasos corriendo por el camino que conducía al jardín. Enseguida apuntó su mirada hacia la esquina donde debían aparecer sus sirvientes y efectivamente, aparecieron cuatro hombres cargando túnicas y calzado para ambos hombres. Jiang Cheng sin soltar la mano de Lan XiChen lo condujo al borde del lago. Dos discipulos se pararon cerca del borde extendiendo en su totalidad una túnica cada uno, mientras posaban la mirada hacia un costado, para darles privacidad a ambos líderes hasta que estuvieran cubiertos. El primero en salir fue Jiang Cheng, apoyando sus brazos en el borde y de un solo envión salió del lago con toda el agua recorriéndole el cuerpo. Se colocó la túnica y se ató el cinturón, no había pantalones pero no importaba, Jiang Cheng asumió que los sirvientes pensarían que al menos tendrían los pantalones puestos. Apretando los finos labios en una línea recta y ruborizándose ante esos pensamientos, tomó la otra túnica y dijo.

DOBLEMENTE ATRAPADOSWhere stories live. Discover now