Útero Maldito

Capítulo 3

Había un número limitado para los hechiceros de grado especial, algo que no equivalía para las maldiciones de grado especial, las cuales eran superadas por aquellas denominadas como "Reyes", habiendo en los registros de la Sociedad de la Hechicería dos Reyes actuales: el Rey de las Maldiciones Ryomen Sukuna y Rika Orimoto la Reina de las Maldiciones, dos maldiciones que, a ojos de los hechiceros, excedían la fuerza del grado especial.

Las maldiciones de grado especial eran elevadas, siendo enfrentadas o por hechiceros de primer grado o por aquellos de grado especial. Sin embargo, la lista de hechiceros de grado especial solo contemplaba a cuatro personas: Suguru Geto, Satoru Gojo, Yuki Tsukumo y Yuta Okkotsu, de los cuales el primero estaba muerto y con su cuerpo controlado por Kenjaku y el segundo estaba en la Prisión Confinadora.

Frente a Yuji Itadori y Choso se encontraba uno de los hechiceros de grado especial, más concretamente Yuta Okkotsu, quien mantenía su mirada serena sobre los dos sin mostrar un sentimiento en sus ojos oscuros. De hecho, ni siquiera su rostro parecía mostrar nada y simplemente los miraba mientras Naoya se arrastraba débilmente.

Tanto Yuji como Choso sintieron que Yuta estaba en otro nivel muy por encima de ellos y, además, estaba acompañado por la Reina de las Maldiciones, quien casi mataba a Yuji con un movimiento de sus manos y solamente lo había derribado con sus extremidades a petición de su portador.

Pero eso no era lo que les dio la idea al hechicero y la maldición. La energía maldita que portaba el hechicero de grado especial había sido abrumadora para los sentidos de Yuji y Choso, quienes sintieron la presión sobre sus hombros como si se les cayera dos enormes losas de cemento sobre los hombros y los empujaba hacia abajo con la presión.

Por puro instinto, Choso había tomado su posición de batalla regular, preparándose para el enfrentamiento. Pero Yuji era un caso distinto. Aquella cosa que le había comenzado a molestar, aquello que había "despertado" tras su enfrentamiento con Mahito, lo estaba obligando a mirar a Yuta y Rika con ojos de lobo, como si fuera un depredador encarnado por la piel del humano. Y este sentimiento hizo que la piel de Choso se erizada, que Yuta enarcara una ceja y que Rika mostrara los dientes en una sonrisa sangrienta, pues sin quererlo, Yuji había dejado escapar su propia intención incluso tirado en el suelo, con los ojos clavados en el oscuro cielo.

―¿Qué me está pasando?

La pregunta no iba para nadie en particular y aun así ni siquiera Yuta, un grado especial, o Choso, una maldición especial, podían responder a la pregunta del adolescente. Solo podían esperar a que se levantara, a que los mirara con aquellos ojos de depredador.

Tal vez los jóvenes o los que no lo sintieron no podían esclarecer la duda del chico, pero personas como Satoru o Kenjaku podrían dar con la respuesta en unos segundos con solo mirar a Yuji: él estaba teniendo un "despertar" y estaba creciendo a pasos agigantados a una velocidad vertiginosa.

―...

El despertar podría ser conocido sencillamente por una explicación breve: ocurría cuando los hechiceros superaban el umbral de lo posible bajo las circunstancias más inverosímiles. Y, desde el punto de vista de la Sociedad de la Hechicería, Yuji pasó ese umbral al generar diversos "Destellos Negros" en su enfrentamiento con Mahito, creciendo, evolucionando y agudizando su propia energía, sus propios sentidos.

Yuji pasó un límite, pasó una barrera incluso sin tener una técnica inherente. Si les preguntaban a los expertos, Yuji se estaba convirtiendo en alguien demasiado molesto y de quien deberían deshacerse si no querían tener verdaderos problemas o un Sukuna con un contenedor demasiado fuerte.

―Supongo que solo puedo seguir este "sentimiento" que hace hervir mis venas.

Yuji se puso de pie sin ceremonias. Su cabello rosado se agitó ligeramente, pero sus ojos nunca miraron a Yuta ni se centraron en Rika, quien estaba moviéndose alrededor del joven contenedor de Sukuna como si fuera un depredador.