Mi abuela niega con la cabeza divertida. Ella y mi abuelo han trabajado duro por mí, y no me cabe en orgullo en el cuerpo al decir que me siento feliz de ser su nieto, pese a que se que les he dado más de un dolor de cabeza.

—Vuelve antes de la cena —me pide con una sonrisa y me acerco para dejarle un beso en la mejilla, para después ponerme de pie.

—Antes de la cena, de acuerdo.

—Y ten cuidado por ahí —añade mirándome con una ceja anarcada.

—Lo tendré.

Me hecha la bendición y salgo del patio de mi casa, me subo en mi bicicleta y voy calle abajo. Yo suelo no tenerme mucha fé, pero mis abuelos si que la tienen en mí y eso me parece suficiente. Cuidar a su nieto de  once años que estuvo en una etapa difícil de algo similar a la depresión, después de la muerte de sus padres no fue fácil, principalmente cuando fue su única hija la que también murió en ese accidente.

No me gusta recordar con dolor, la verdad prefiero hacerlo y sonreír pero lo bueno, porque en fin, son lo que nos queda perteneciendo y tú decides como terminan afectando en ti, positivamente o negativamente. Por lo menos yo ya sane esa dura parte de mi vida.

Y tengo dos hermano, no de sangre, pero así los he considerado siempre, desde la primera vez que nos pusieron juntos en un trabajo de primaria, dónde mayormente un lo que hice fue observa y soltar chiste haciéndolos reír con mis ocurrencias para que no me terminarán botando: Jana e Ian. Somos como un trío fantástico, es decir; el divertido —o sea yo—, la que matiene el poder y el que hace hace de todo un poco. Pedazos de personas, no se que haría sin ellos, ya que son los que me han salvado más de una vez y hacen que piense un poquito antes de saltar a lo incierto. Son mi familia, incluyendo a la novia de mi amigo, Heathercina, como suelo decirle y Elisa la novia de Jana.

Pero a todo esto ¿Les digo algo? Me estaba gustando alguien, y por eso mismo estoy aquí. Dejo la bicicleta afuera del local, amarrada con una pequeña cadena y entro al establecimiento haciendo sonar la campanita.

Me acerco a la barra, pasando al lado de las mesas, y ahí estaba, July, la prima de mi amiguito, pero la chica que esta comenzando a cautivarme, y no es que me gustes mayores, como dice la canción, solo me gusta ella. Siendo sinceros no sabe ni porque me gusta, es decir; la conozco desde hace años, con Ian y Jana, siempre hemos venido aquí a tomar o comer algo y siempre nos la encontrábamos. Y aunque Ian este trabajando aquí y pero hoy no esté porque es su día libre y debe de andar loqueando con Heathercita por ahí, ahora soy solo yo el que viene más seguido a aquí solo para verla.

Aunque tengo que admitir que no se sí es muy bien, porque mis amigos tienen a sus novias y tienen una buena relación, y yo estoy solo o porque en serio me gusta de verdad, la verdad me dejó llevar por la segunda opción, porque es la primera chica que me interesa y nunca me ha importado no tener a alguien con quien compartir mi vida románticamente. ¡Soy joven! Pero bueno, tengo que inténtalo, aunque sepa muy probablemente que no va a funcionar.

—¿Otra vez por aquí Michael? —July, me pregunta, mientras coloca una malteada en una bandeja para seguramente ir a dejarla en alguna mesa.

—Yo también me alegro de verte —le sonrió y ella rueda los ojos divertida.

—Viniste ayer.

Pasa por mi lado y la sigo. July, es bajita, con sus ojos color almendra y su cabello castaño claro que llega sobre sus hombros, y con unas pequeñitas pecas salteadas por el puente de su nariz. Lleva el delantal de la cafetería puestos, pero se ve estupenda, tiene un humor parecidos al mío, y tal vez esa sea la principal razón por la que me gusta y empece a mirarla con otros ojos, pese a que me lleve ¿Qué? ¿Dos o tres años? ¿Que importa? 

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