04-Príncipe del Norte 1

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El aire en el palacio ya estaba comenzando a ser frío, pronto iba a llegar el invierno y en la actualidad todos los sirvientes en el palacio imperial se encontraban muy ocupados, incluso los gobernantes del imperio estaban ocupados con sus papeles políticos.

El príncipe del norte Fort Thitipong venía de visita al imperio junto a su esposa con la que recién se había casado hace unos tres meses.

Boss tenía una buena relación con el imperio del norte al igual que con Fort, ya que se habían conocido desde muy jóvenes. Noeul por su lado estaba cansado de tener que asistir a reuniones una tras otra.

El emperador Fort le había enviado una carta a su esposo un día de la nada diciendo que iría al imperio y conocerían a su bella esposa, el rubio estaba feliz pero Eul estaba nervioso.

¿Qué pasa si no les cae bien a los amigos de su esposo? Tenía miedo de desagradarles.

Estas inseguridades ya se las había expresado a su marido, este le había calmado diciendo que esto era imposible y le aseguró que incluso si esto pasara evitaría que le dijeran algo hiriente y cortaría relaciones con ellos inmediatamente.

Noeul en realidad se había calmado al escuchar estas palabras pero siempre volvían las mismas inseguridades y el terrible miedo.

Tal vez su pasado le pasaba factura de esta manera.

El pelinegro suspiró con frustración y agitó la cabeza para ahuyentar estos pensamientos tan pesimistas.

En ese momento mientras Eul se encontraba pensando acostado en la gran cama, una sirvienta ingresó a la habitación mientras tocaba una pequeña campana que emitía un ruidito suave.

— Señora emperatriz, es hora de levantarse. —la mujer hizo una reverencia muy pronunciada mientras guardaba la campanita en uno de sus bolsillos, al hacerlo le extendió a Noeul un cuenco con agua a temperatura ambiente, también le entregó una toalla suave.

El pelinegro le dio una sonrisa cortés y empezó a limpiar sus manos y cara, también cepilló sus dientes, quería tomar un baño, pero hacía mucho frío afuera por lo que descartó la idea.

La mucama ayudó a la emperatriz a quitar su ropa de cama y ponerse algo más presentable, le colocó una túnica azul claro junto con botas gruesas de color marrón, la mujer también le ayudó a usar al pelinegro un grueso abrigo de piel de oveja y a amarrar su largo cabello negro en una cola alta.

Noeul suspiró y frotó sus manitas, en realidad en la habitación no hacía mucho frío gracias al carbón que cada dos horas reponían los sirvientes pero igualmente sentía un poco de viento.

Además, desde que era pequeño, el pelinegro había tenido problemas de salud y era muy sensible al frío.

Noeul agradeció a la mujer y salió de la habitación, la emperatriz sonrió todo el camino hacia la corte mientras saludaba con cariño a todo aquel que pasara, a los que saludaba no se atrevieron a mirar mucho pero respondieron el saludo con sumo respeto.

Según las normas la emperatriz no debía asistir a la corte ni mezclarse con cosas de política; sin embargo, Boss lo permitía y amenazó a cualquiera que le negara a su emperatriz la oportunidad de asistir a la corte matutina.

Noeul había estado muy honrado por lo que decidió asistir junto a su esposo pero decidió llegar más tarde que él para dormir un poco más.

Hoy la corte estaba muy ocupada y ruidosa, ya que era el día en que finalmente llegaría el príncipe del norte a quien pronto coronarían como emperador.

En cuanto Noeul ingresó a la corte la mayoría de personas voltearon a mirarlo, pronto volvieron a sus deberes mientras se movían de manera un poco más silenciosa.

El emperador Boss Chaikamon se encontraba sentado en su majestuoso trono del dragón mientras daba órdenes a los cortesanos y ministros presentes esa mañana.

Noeul sonrió al ver a su esposo, caminó rápidamente hacia él y lo abrazó con fuerza por detrás en cuanto este se levantó de su asiento para revisar algo.

Boss se sorprendió y alertó pero pronto reconoció los delgados brazos de su pequeña esposa y su rico aroma por lo que correspondió el abrazo con una alegre sonrisa en su antes severo rostro.

Todos observaron con poco asombro como la pareja se saludaba amorosamente entre besitos y sonrisas llenas de ternura. Al comienzo sí que había muchos sorprendidos, con los años aprendieron a adaptarse.

Una vez un pobre tipo le dijo al emperador que no era apropiado e iba contra las reglas, el emperador Boss se enojó y solo dijo unas palabras que quedarían en las mentes de todos para siempre.

"Soy el que gobierna este imperio, así que yo soy las reglas".

Desde ese día nadie se atreve a decir una palabra, mucho menos cuando Boss mandó a que le dieran quince azotes al hombre, los gritos y llantos eran muy miserables.

Noeul se sentó junto a su esposo y mientras todos se encontraban ocupados hablaron sobre la llegada del príncipe Fort Thitipong.

— ¿Ya se encuentra de camino? —Eul parecía ansioso y esto lo notó el rubio enseguida, acarició la mejilla de su bebé y decidió preguntarle.

— ¿Por qué tienes miedo? ¿Temes que no les caigas bien? —el pelinegro dudó pero asintió después de un rato.

— Sí... —murmuró bajito mientras desviaba su mirada color chocolate hacia las personas moviéndose en la corte.

Boss sintió en su corazón que la vista de las ansias de su esposa eran muy tiernas pero su deber era calmar sus miedos, no quería que el pequeño se sintiera mal.

— No tengas miedo, incluso si no les caes bien no importa. —no pareció ser suficiente por lo que agregó algunas palabras más—. Lo único que haré en ese caso es cortar relaciones.

Noeul miró hacia su marido con dudas en sus ojitos brillantes.

— Pero... no creo que sea bueno cortar relaciones porque sí, podríamos tener una guerra. —Boss sonreía.

— No me importaría comenzar una guerra si es porque estés bien. —los ojos de la emperatriz brillaron y su corazón latió con mucha fuerza, podía escuchar sus propios latidos en los oídos, sus mejillas se sonrojaron al igual que sus orejas y cuello.

El rubio se rio y dio un suave beso en la cabecita de Noeul, el emperador sintió los suaves cabellos de su bebé y no pudo evitar frotar. Noeul se sonrojó todavía más y murmuró unas palabras bajitas.

— Gracias. —las palabras fueron como un susurro casi inaudible, pero Boss pudo escucharlas, miró a su esposa con una sonrisa tierna y ojos llenos de devoción.

— Haría todo por ti. —dijo mientras daba un beso en sus mejillas rojas como manzanas.

Las inseguridades y miedos de la emperatriz Noeul se habían esfumado.

La Esposa del Emperador // BossnoeulWhere stories live. Discover now