Milena Jeon no se esperaba casi ser asesinada por una mantícora y que gracias a ello encontró a su alma gemela, quien no era nadie más y nadie menos que Apolo, el dios del sol.
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Las dos semanas ya habían transcurrido, al igual que los meses meses, y en estos momentos la diosa se encontraba camino al cumpleaños de su amigo más problemático.
Había sido invitada por el mismo Percy, quien deseaba que su amiga asistiera. Después de todo, Milena no era la persona más amable o cariñosa, pero siempre se mostró respetuosa y protectora con él.
La pelirroja traía en sus manos una cajita de regalo, no era muy grande pero el contenido sin duda sería algo especial para el chico.
Había visto a los semidioses hace poco, después de todo los ayudó muchas veces en ese terrible Laberinto al que entraron.
Ella incluso se había reencontrado con cierto rubio que en el pasado adoraba con toda el alma. Por supuesto que, ella sabía lo que debía hacer, más no lo hizo, le dejó ir.
Un error del cual sólo Altair sabía, y ella no le recriminaba, pues ninguna era o sería capaz de dañar a Luke.
Cuando llegó al hogar de los Jackson, estuvo a punto de tocar el timbre, pero sintió una presencia a su lado.
—Me sorprende verlo aquí —espetó la pelirroja observando al hombre tan parecido a su amigo.
Poseidón observó con una sonrisa amable a Milena, sabía el desprecio de ella hacia su propia raza, pero deseaba llevarse bien con ella, era un hija de Eros, y diosa de las emociones, era mejor tenerla de aliada que de enemiga.
—Decidí visitar a Percy y a Tyson un rato —respondió él—. Entonces ¿Tocas tú o yo?
La pelirroja no dijo nada, simplemente tocó el timbre y cuando la puerta se abrió, la cara sorprendida de Percy y Sally fue lo primero que observaron los dos dioses.
—Posei... —Sally fue la primera en hablar. Se había sonrojado hasta la raíz de los cabellos—. Humm, hola.
—Hola, Sally —la saludó el Dios del mar—. Estás tan guapa como siempre. ¿Puedo pasar?
La mujer dijo algo que ninguno pudo interpretar que era, pero los dos entraron.
—Hola, soy Paul Blofis —se presentó el novio de Sally, Milena le dedicó un asentimiento y se acercó a Percy.
—No me dijiste que él vendría —reprochó el semidiós en voz baja.
—Yo ni siquiera sabía que él vendría —se defendió la pelirroja—. Ahora, ten esto, espero te guste mucho.
Percy tomó el regalo y Milena le dió un abrazo dejándolo sorprendido.
—Feliz cumpleaños querido Perseus —murmuró ella mientras acariciaba el cabello del chico—. Nunca le digas a alguien esto pero eres sin duda alguna mi semidiós preferido.
Los dos compartieron una sonrisa, y cuando ella se separó habló divertida.
—Espero te guste, y si se te arruina solo te daré otro.
