Segundo Tema

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I

El viajero llega a Hateno al amanecer.

Los primeros rayos del sol acarician el pasto húmedo; el viento norteño, proveniente del Monte Lanayru, levanta la tierra y sacude el cartel que cuelga sobre la entrada. Hateno está en movimiento desde antes que aparezca el sol, y su suave bullido crea un nido cálido entre las montañas inhóspitas.

El caballo del viajero avanza con trote suelto por el camino pedregoso. El jinete clava los ojos al frente y sostiene los rieles con naturalidad; ocasionalmente mira sobre su hombro a su acompañante, una muchacha de blanco bañada en mugre y lágrimas; una muchacha cuyos ojos observan, con maravilla extraviada, al amanecer teñir de carmesí los techos de las casas. Su cuerpo, frágil y tembloroso, parece hecho de espuma; da la ilusión de evaporarse en el sol.

El viajero es Link; la muchacha fantasmagórica, una desconocida. Thade, el guardia autoproclamado de la entrada, se aparta para dejarlos pasar. El saludo usual que da a los visitantes ( ¡Bienvenido a Hateno! Ya sea que venga a probar los frutos frescos de nuestra cosecha o peregrinar a la fuente de la sabiduría, ¡lo recibiremos con los brazos abiertos! ) muere en sus labios. El corazón le tiembla en el pecho como un saltamontes.

Link saluda a Thade con un gesto amable, aunque su mirada remota entibia el ademán. Pronto Link y la muchacha de cera le dan la espalda. Si no fuera por los relinchos del caballo y por el golpear de sus pezuñas, Thade pensaría que ha visto una aparición, pues no se atreve a seguirlos con la mirada.

» ¿Viste a Link? Llegó al amanecer. Tenía sangre y mugre por todas partes. La sangre caía y caía, ni estaba seca aún. Hizo un reguero que la pobre Alaza tuvo que limpiar. ¡Imagínate, la entrada de nuestro pueblo parecía la de un matadero!

» No, no, yo no sé nada. Aquí no andamos de chismosos.

» ¿Y la chica, será su novia?

» ¡Cómo! Si es una cría. Pobrecita... parece un esqueleto con piel. ¿Dónde la habrá encontrado?

» En el camino, ¿dónde más?

» De no-sé-dónde. De ahí vienen todos los extraños, y ahí van. Link es el único que he visto volver.

» Pero la chica... se veía mal. Muy flaca, muy enferma.

Sofora e Ivena corren hacia la posada para avisarle a Prima que Link volvió.

Prima juega con el lazo rosa alrededor de su cuello y deja que en su rostro aparezca una pequeña sonrisa. No lo ha esperado, y sin embargo...

– Vino con una muchacha.

Vaya, ¿qué?

... En verdad, nunca sabe qué hará Link.

Llegó a su vida como un torbellino, oliendo como si hubiera pasado años en un hoyo de tierra: piel curtida, uñas moradas, heridas aún abiertas, hierba en el cabello... La primera vez que Link llegó a la posada era tarde. Prima resintió tener que prepararle el agua caliente a esa hora, pero Link no lo notó, como no notaba (o fingía no hacerlo) muchas cosas.

Con la misma naturalidad que llegó se fue, y Hateno cambió para siempre.

Prima se había acostumbrado a la rutina, a un pueblo en el que el paisaje y la vida social eran inmóviles. Lo más peculiar que podía suceder era la llegada de las estaciones o el casamiento de fulana con fulano de tal.

Mas llegó Link, quien rescató a las ovejas de Koyin, compró toda la ropa de Sofora y encontró una receta del abuelo de Sal. Cuando Nat y Meghyn regresaron sin trufas centenarias (¡difíciles de encontrar, muy valiosas!) de las cuales viven, Link les dio veinticinco de golpe, dejando al par preguntándose si había sido genuino o si había un ardid escondido en su generosidad.

Segundo TemaWhere stories live. Discover now