Poco después la puerta de la habitación se abrió a sus espaldas y Louis volteó sobre su hombro de inmediato. Reconoció a su alfa, que fruncía pronunciadamente su ceño y apretaba con fuerza sus dientes, pues si mandíbula se marcaba a la perfección. Louis parpadeó y se giró con suavidad, con su corazón comenzando a latir con fuerza.

Su alfa estaba claramente furioso y se dirigía con pasos firmes hacia él, estuvo a punto de decir algo pero para cuando menos esperó su alfa ya estaba justo delante suyo.

—Ven aquí —gruñó. Y Louis se sorprendió por la suavidad de sus brazos envolviéndole cálidamente de pronto.

Harry le abrazó por la cintura y presionó sobre su espalda baja para eliminar cualquier centímetro de distancia y pegarle por completo a su cuerpo, escondiendo pronto también su nariz en el cuello de Louis, dónde comenzó a respirar profundamente.

Louis parpadeó con confusión, pero aún así dejó que Harry le sostuviera y le olfateara. Respondió su abrazo, rodeando su torso y ladeando el cuello para dejarle más espacio por mero instinto.

Al parecer... Harry intentaba relajarse, y eso lo conseguía sintiendo la fragancia de su omega muy profundo en sus pulmones. Louis no dijo nada, tan solo se dejó.

—¿Algo te está fastidiando...? —se atrevió a preguntar. Todavía no podía arrepentirse de lo que había hecho, no cuando había sido lo correcto.

—Sí.

—Vale... —acarició su espalda, olvidándose intencionalmente de que quizás conocía la razón—. No pasa nada, alfa. Estoy aquí.

—Sí, lo estás. Gracias a la Luna —murmuró, sus labios rozando la piel de Louis mientras hablaba—. Hueles muy bien.

Louis sonrió de lado—. Gracias.

—¿Comiste lo que Aeve trajo para ti hace un rato? —escuchó la pregunta al costado de su cabeza, Harry había colocado su mentón encima de su hombro.

Louis observó la bandeja sobre la cama, no había podido tocar nada. La verdad es que no tenía mucho apetito.

—No mucho, alfa.

—Deberías —Harry dijo—. Necesitas comer mucho. Ahora el doble.

Louis sonrió un poco más y finalmente Harry se alejó un poco, para observarlo a los ojos. Su expresión había cambiado por completo, ya no lucía molesto en lo absoluto.

—¿Y por qué? —cuestionó.

Harry deslizó una mano entre ambos, palpando con suavidad su vientre—. Porque estás embarazado.

Louis ladeó la cabeza y le regaló una sonrisa—. No, no lo estoy.

Harry entrecerró sus ojos y acarició con cuidado el vientre de Louis por sobre su ropa.

—Eso no lo sabemos.

Louis chistó—. Siento que ya lo sabríamos.

—No lo sabemos porque no quieres visitar al médico —Harry lo acusó, negando a la par.

—Tal vez si alguien me dejara comer fresas tuviera de pronto ganas de ir con el médico.

Harry rió, negando y besando su frente.

—Eso no pasará, la fresa es mala para un cachorro creciendo —dictó, volteando en dirección a la cama solo para ver la bandeja llena de comida. Alzó una ceja y volvió a ver a Louis—. Necesitas comer más.

—Lo haría —Louis alzó una ceja—. Si alguien no hubiese ordenado ya que subieran comida a la habitación cinco veces al día y me mantuviera un poco más hambriento.

Luna de Sangre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora