Le había costado una noche completa de besos y palabras suaves convencer a Louis sobre aceptar su enorme regalo, pero al final lo había logrado.

Y ahora estaban ahí, haciendo unos últimos ajustes y revisando los últimos detalles para marcharse a esa bellísima isla caribeña que esperaba paciente por ellos.

Harry terminó de bajar las escaleras y observó a Luke venir por el pasillo principal con un enorme inflable en forma de piña, lentes de sol, shorts de playa con garabatos de palmas y unas sandalias de color amarillo fosforescente. El rubio le sonrió en grande con socarronería y Harry solo pudo lamentarse internamente.

—Ya ves cómo sí estábamos invitados, aguafiestas de mierda —Luke le guiñó un ojo y Harry se contuvo de gruñir e insultarle igual, así que sólo le dedicó un gesto inexpresivo y procedió a ignorarle.

Por supuesto que Louis había preguntado si los demás chicos podían unirse al viaje, agregando con voz suave y dulce que estaría muy feliz de pasar su cumpleaños con sus ahora muy amigos cercanos. Por supuesto que Harry no pudo negarse, así como tampoco podía negarse a cualquier otra cosa que su omega le pidiera, por lo que la decisión fue tomada a favor de Louis, obviamente.

Harry estuvo arrepintiéndose completamente de haber aceptado después de que Luke no dejara de fastidiarle y burlarse las veinticuatro horas del día luego de comunicarle que en efecto, estaba invitado al viaje.

El purasangre siguió su camino hasta el final del pasillo principal, donde estaba la oficina de reuniones y esperaba encontrar a su ahora, muy solitario amigo. Al empujar la puerta, fue capaz de escuchar lo último de una conversación vaga que flotaba por ahí.

—Pero podría no ir, alfa. —la lastimera voz del joven castaño hizo a Harry torcer una mueca mientras se adentraba en el lugar—. Realmente quisiera quedarme contigo... Podríamos pasar más tiempo juntos, solos, y entonces quizás...

Zayn le interrumpió—. No, Liam.

Todos estaban de acuerdo en que Liam era un omega adecuado para cualquier alfa y que no merecía la situación en la que se encontraba. Pero también todos estaban al tanto de que no podían meter sus narices en asuntos que no eran suyos. Como Zayn lo había dicho antes, era su espalda quien recibiría el duro látigo del castigo, la suya y la de nadie más.

Cuando Harry cerró la enorme puerta de roble, observó entonces la escena. Su amigo estaba sentado en uno de los sofás de la habitación, su vista estaba al costado evitando los ojos de Liam y una de sus manos era sujetada por la del chico delante suyo, quién le veía con una capa suave de tristeza en sus delicadas facciones.

—Alfa... Por favor —Liam murmuró muy bajo en un último esfuerzo.

—Vas a ir —Zayn ordenó, levantó la cabeza y encontró los ojos verdes de su compañero y mejor amigo—. Lo harás Liam y no quiero una palabra más al respecto.

En ese momento el pelinegro se levantó de su lugar soltando la mano del joven y haciéndole a un lado para caminar en dirección de Harry.

—Las hermanas Hadid están en camino —Harry carraspeó e hizo una mueca—. ¿Seguro que puedes hacerte cargo de ello?

Zayn asintió—. Seguro, esas bonitas y refinadas francesas estarán pronto muy agradecidas con nosotros.

Harry levantó una ceja.

—Por favor, mantén el ego abajo cuando las recibas. Recuerda que las alianzas son importantes.

Zayn meneó la cabeza.

—No cuando su línea de mafia está a punto de desaparecer. Aceptaran cualquier trato que les ofrezca.

—¿Sabes qué es exactamente lo que quiero de ellas? —dijo el mayor con lentitud—. Su astucia, Zayn. Esas chicas estuvieron a nada de tener por completo la mafia francesa en sus manos, de no ser porque Paul Hadid murió, estarían ahora en la cima de cada una de las líneas de comercio.

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