El omega dejó que su abrigo también se deslizara fuera de su cuerpo, pero en lugar de dejarlo caer al suelo, lo tomó y lo colocó encima del lavabo brilloso que estaba a su costado. Pudo verse también en el enorme espejo adherido a la pared y fue cuando sintió pena de sí mismo por verse tan avergonzado en una situación tan común y corriente. Debía tomar ejemplo de Harry, quien parecía bastante tranquilo y sereno.

Cuando fue momento de sacarse la playera mangalarga que estaba usando, sus labios se abrieron para hablar, se giró y sus ojos volvieron a conectar con los del alfa, quien ya se estaba deshaciendo de su pantalón, quedando únicamente en ropa interior.

—Es la primera vez que me desnudo delante de alguien —el omega confesó. Su voz sonando baja, porque por alguna razón se sentía un poco aguda.

El alfa entonces le dedicó una sonrisa completa—. Espero que estés bien con el hecho de que sea yo quien esté viendo como te desnudas por primera vez.

Louis rió y entonces deslizó la playera fuera de su cuerpo. Su piel se erizó por el frío y tuvo que soltar un suave bufido.

—Creo que es tu día de suerte, alfa —bromeó.

Los ojos de Harry parecieron centellear, porque su omega le parecía maravilloso en cada forma posible. Tenía en cuerpo bellísimo, con curvas definidas y piel brillante. Muy pocas veces, por el respeto infinito que Harry le tenía a Louis, se había atrevido a imaginar cómo era el joven debajo de la ropa cara que solía obsequiarle, y nada de lo que hubiese podido imaginar se comparaba a lo que tenía allí delante.

Louis era simplemente divino, hermoso y perfecto.

Como una obra de arte con la que podías sentarte delante y admirar por horas y horas sin cansarte jamás.

—Ya lo creo —Harry le guiñó un ojo luego de recorrerle con la mirada y se dio la vuelta para sin más bajar su ropa interior y dejar a la vista su trasero. Louis casi pudo boquear—. No todos los días tu precioso omega te ofrece intimar contigo, ¿cierto?. —bromeó también, y luego de eso entró en la ducha donde pronto el vapor empañó el cristal dejando apenas visible la figura del alfa.

Louis sintió un pequeño temblor en sus manos cuando llegó el momento de deshacerse de sus pantalones y agradecía por completo que el alfa le hubiera dejado un momento para ello, pues seguramente exponerse por completo le hubiese resultado más difícil con Harry viéndole.

Y es que era la primera vez en su vida que compartía un momento así.

Había tenido tantas primeras veces con Harry... Que simplemente no podía detenerse. Quería que fuese todo con él, porque si no era con él entonces no sería con nadie más. No creía poder tener alguna vez la misma confianza en ningún otro.

Jamás se había preguntando si su cuerpo era bonito, si era suficiente para cualquier otro, si su corte de cabello era el adecuado o si sus ojos tenían un brillo único, y no se lo había preguntado porque nunca se interesó por alguien más que no fuese él mismo o su familia.

Pero luego de conocer a Harry, a la persona indicada, tampoco se preocupó por cómo podía lucir, porque el alfa le hacía sentir como el diamante más precioso y el único que valía la pena en el universo.

Louis se dio cuenta demasiado pronto que ninguna preocupación tenía que comenzar a surgir, porque Harry era su alfa e iba aceptarlo siempre como sea que fuese.

Se suponía que lo suyo sería para siempre. Porque eran destinados.

No había nada qué temer. No había nada de qué avergonzarse. Harry era su alfa.

—¿Necesitas ayuda? —preguntó el mayor, el toque de diversión en su voz fue notable por lo que Louis sonrió.

—No alfa, recuerdo cómo quitarme la ropa por mí mismo —le respondió.

Luna de Sangre Where stories live. Discover now