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movie nights and reconcilia
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Alina se sentó junto a Will en el sofá y compartió un plato de palomitas de maíz mientras miraban la película. Tenía exactamente la cantidad correcta de mantequilla, y Alina seguía agarrando grandes puñados y metiéndoselos en la boca, y Will tendría que recordarle que él también quería un poco. Luego Alina asentía, tomando solo palomitas de maíz de dos en dos, y luego pasaba otro puñado nuevamente y el ciclo completo continuaba.
"Siempre podemos hacer más", dijo Joyce, volviéndose y sonriéndoles con cariño. Estaba apoyada en Bob en el sofá, y los dos se rieron básicamente de cada línea de la película. Alina estaba feliz por ella. Ella merecía felicidad en su vida y la película fue divertida. A pesar de que Alina había sido golpeada recientemente por una ola de cansancio a partir de hoy, siguió riéndose junto con Will.
Fue extraño. El estado de ánimo de Alina definitivamente había sido extraño desde que su padre y Eleven habían muerto. En un momento se reía y al siguiente fruncía el ceño, preguntándose por qué estaba tan feliz cuando sus seres queridos estaban muertos. En un momento ella estaba sonriendo, al siguiente estaba reprimiendo las lágrimas mientras imaginaba el evento una y otra vez.
Lo que no le dijo a nadie fue que no recordaba exactamente todo lo que había sucedido. Recordó haber sido retenida en brazos de un agente. Recordó haberse liberado. Recordó haber peleado contra el Demogorgon en el salón de clases. Pero luego, después de las últimas palabras de Once, todo quedó en blanco hasta que su padre murió. Ni siquiera recordaba la mayor parte de su conversación con él hasta sus últimas palabras.
Por supuesto, Alina sabía lo que había pasado. Sus amigos y la policía lo habían repasado una y otra vez. Once había gritado, y el Demogorgon había dejado escapar su último grito antes de disolverse en pedazos, lo que había vencido a la chica. Cuando se aclararon, ella ya no estaba.
Todos la llamaron y luego, después de que Alina se dio cuenta de que Once estaba muerta, fue a buscar a su padre. Pero Alina no podía recordar nada de eso. Cuando recordaba esas partes, era como si fueran sólo un sueño. Como si no hubieran sucedido.
Trastorno de estrés postraumático. Eso es lo que dijeron los médicos del laboratorio Hawkins, y aunque Alina no solía confiar en nadie de allí, sabía que decían la verdad. A Alina y Will les habían diagnosticado la enfermedad hacía ocho meses, pero a sus amigos no. Eran más resistentes.
