5

838 53 18
                                    

Nunca imaginó que en los próximos cinco meses habrían tantas novedades.

Y con novedades, por supuesto, se refería a Explosion. Más conocido como Bakugo Katsuki ahora. Nunca imaginó, ni en el rincón más soñador de su consciencia, que Explosion se personaría y se plantaría en su vida. Nunca creería que una realidad así podría ser construida más allá de quimeras imperando en su subconsciencia: las probabilidades de que esto en verdad aviniera eran demasiado lejanas, aun así, avino. Todoroki no se quejaba de tener a Bakugo en su vida, no existían razones por las que quejarse, pero...

Empecemos desde el principio. Le costaba desligar a Explosion con el Explosion real, es decir, a Bakugo con su versión telefónica o laboral o como fuera. Porque antes de que Bakugo llegara ya residía la imagen que instauró sobre él, quizás era una imagen tergiversada o ambigua o impostora porque estaba basado en algo que no podía confirmar. Fingir una cara era bastante fácil si el embaucador ocultaba su verdadera cara así que dar el impacto que procuraba insuflar era como comerse un pan, de eso trataba su trabajo al fin y al cabo. Explosion estaba repleto de complicidad sexual en cada microscópico gesto o término que despedía, personificaba perfectamente la obscenidad que los usuarios esperaban ya que la manipulación de la voz provocaba rápidamente la complacencia que estaban buscando. Una ruta viable hacia un orgasmo paradisíaco. Sin embargo, estaba seguro que si tentaba terreno con los demás locutores —cosa que jamás hizo y jamás haría porque se enteró que los amigos de Bakugo eran los mismos que aparecían en las opciones de Hotline— descubriría que quien más develaba honestidad y se aferraba a su esencia sin propasar límites fariseos era Explosion. Quizás únicamente se comportó así con él, quizás incondicionalmente se apegó a su individualidad. Habían demasiadas similitudes entre Explosion y Bakugo, a la hora de insultar podrían mágicamente hablar otro idioma —con acento incluido— o la ferocidad innata que arrojaba su personalidad, la camaradería brusca con sus amigos y la forma vulgar de expresarse. Pero, no por eso se le complicó separar a Explosion de Bakugo, porque Explosion era una llamarada de pasión que te arrasaba a través de una llamada y Bakugo... era un mundo distinto, desconocido y extraordinario. El trato que convenía hacia él contrastaba con la forma en que actuaba con sus amigos, Bakugo era atroz e inclemente con ellos, pero con él... percibía sensibilidad, delicadeza o moderación cuando compartían el bonito espacio que habían creado. Bakugo era atento, se cercioraba de que sus necesidades estuvieran atendidas aunque no lo necesitara porque sabía valerse solo, era divertido, encontraba maneras de alegrarle el día al enviarle pequeños mensajes o chistes inexpertos y era pacífico, estar con él lo llenaba de una paz inexplicable, Bakugo era el inhibidor que se inyectaba para suspender sus preocupaciones cotidianas. Y era difícil separarlos porque Explosion fue el primero que conoció, porque lo conoció como el desnudador de su sexualidad y por el que cayó en una seducción persistente a sus partes pero Bakugo era... era un amigo, un amigo con el que experimentaba sensaciones superiores a la de una eyaculación pasajera. Sin embargo, lo extrañaba... a Explosion.

Y ahí radicaba el problema.

La línea entre Explosion y Bakugo era cada vez más difusa, era cada vez más inefectiva porque ya no los percibía como personas separadas, sino como una unión. Esto quería decir que las sensaciones que uno le causaba no eran independientes del otro, ahora le pertenecían a un mismo individuo y no de las singularidades que decidió segregar. Bakugo poco a poco comenzó a convertirse en Explosion, ya no solo era Bakugo Katsuki sino Bakugo Explosion Katsuki, o algo así. Porque Bakugo se responsabilizó de engendrar la fusión con esas burlas candentes, esa utilización voluntaria y consciente de la sugestión en su voz, esa sonrisa de hoyuelos pronunciados acompañada de una mirada pícara y esa seguridad en sí mismo que no hacía más que jactarse con su galantería. Imposible no verse provocado. Y entonces, cuando quería pensar en Explosion para reactivar su constancia sexual, cuando solo quería reproducir la voz que lo inducía a una masturbación la cara de Bakugo se cruzaba, se le cruzaba y no podía hacer más que seguir la corriente y someterse en los ensueños de copular con él, con su amigo.

HOTLINE | BKTDWhere stories live. Discover now