Capítulo 24: El Ataque

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Los diamantes golpearon de manera contundente aunque logró bloquear con sus antebrazos el impacto. La sensación de dolor se extendió junto a la breve sensación de huesos astillados, pero se mantuvo fría ante la situación. Mientras giraba en el aire empezó a calcular lo que debía hacer hasta que finalmente cayó sobre sus pies.

Dobló sus piernas para amortiguar el impacto mientras se deslizaba sobre la tierra, apoyándose en el uso de sus manos enguantadas para detenerse lo más rápido posible. Sin embargo, cuando por fin lo hizo, vio cómo alguien ya la esperaba, observándola fijamente con una espada negra cual noche en sus manos.

—La verdad creí que tu ibas a pelear con Samir —susurró Klinn sacudiéndose la tierra de encima. Parecían encontrarse en algún parque de la ciudad, denso en árboles, un buen campo de batalla en su opinión.

—Se me indicó que debo derrotarte—afirmó con seriedad NightBlade, que permanecía cual estatua, inerte en su postura—. Pero es una misión que disfrutaré.

—Que así sea entonces —respondió empezando a estirarse un poco, haciendo tronar sus huesos —. Entonces... dime, ¿de qué se trata? ¿Venganza? ¿Dinero?

—Fe — sin más palabras, se abalanzó sobre Klinn con una agilidad más que letal, lanzando un tajo, pero la hevenziana se desplazó a un lado, evitando salir herida.

Mientras giraba por el suelo, se preparó evitando más ataques con agilidad, a veces incluso bloqueándolos, siempre esperando una brecha, hasta que la encontró.

Una vez evitó una estocada, ejecutó un gancho al hígado, NightBlade quiso bloquearlo, pero no se dio cuenta de la finta hasta el momento del impacto contra su cráneo. Pero fue inteligente, y junto al impacto movió su cabeza en la misma dirección, y junto a su duro casco, logró disipar gran parte de la potencia de ese golpe, y con el breve descuido, se dispuso a atraparla y ejecutarla con su espada, solo para toparse con un poderoso golpe descendente que lo obligó a repetir su técnica para disipar el daño.

—Siéntete libre de hablar: porque voy a hacerte picadillo.

—Es una afirmación arrogante —afirmó apuntando con su espada—. Eres fuerte, pero el deber de purgar el mal es mayor.

Repitió el mismo proceso, pero agarró con ambas manos la empuñadura de su espada y se acercó en su dirección, lanzando golpes mucho más calculados que antes, pero como esperaba, Klinn no terminaba de caer. Él saltó sobre ella, y Klinn se preparó para el ataque, pero no hubo ningún filo, solo unos extraños y delgados hilos que ahora mismo se cerraban en su antebrazo.

Clavó su espada en el suelo y jaló con ambas manos, y gracias a la armadura, logró por un breve instante igualar su fuerza, lo suficiente como para que ella usase ambas manos, y en ese breve instante, el Templario saltó en su dirección, haciendo que perdiese el equilibrio y logrando encajar una serie de patadas ágiles en el aire que lograron molestarla, para finalmente esquivar un pesado puñetazo que casi logró alcanzarlo.

Al instante de esquivar, empuñó con firmeza su espada y lanzó un tajo, pero Klinn se agachó justo para que algunos de sus cabellos terminaran cortados. Con una fluidez letal, encajó una patada giratoria en su estómago, logrando incluso sacarle el aire al Templario,

Con un impulso, Klinn corrió en su dirección encajando una serie de feroces ganchos que hicieron retroceder al caballero, que trastabilló. Ante esa serie de golpes, tuvo que encajar su espada en el firme suelo para evitar caer contra el suelo. Cuando observó de vuelta hacia delante, se percató de su enemiga saltando en dirección. Preparándose para el golpe, se sorprendió cuando ella le agarró del antebrazo, engachándose con sus piernas al resto del brazo.

Iniciativa Caídos 2: Tierra De Dioses™Donde viven las historias. Descúbrelo ahora