#Capitulo 27: Vestido de novia

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—Ya está aquí —intervino mi Padre—. No perdamos más el tiempo.

Lauren se mantuvo en silencio sin apartar la mirada de mí como queriendo intercambiar notas que en ese momento no era capaz de descifrar.

Llegamos al centro del pueblo. Nos bajamos del auto y mi Madre de inmediato entro a la tienda. Estaba claro que ella era la que más había esperado este momento.

—Buenos días —nos sonrió lo que parecía ser la dueña del local. Sus canas me hacían pensar eso.

—Buenos días —respondió de inmediato mi Madre con una gran sonrisa.

—¿Cuál de las dos es la novia?

—Mi hija, Camila —sentí como mi Madre jalaba mi brazo para presentarme a su lado—. Se casa el próximo mes.

Mi estomago se revolvió al oírla.

—Felicidades Muchacha.

—Gracias —respondí apartando la mirada.

—No perdamos más tiempo —dio un aplauso sin dejar de lado su sonrisa, ya parecía un poco falsa a mi parecer—. Acompáñenme.

Los cuatro la seguimos hacia otra habitación un poco más grande en donde los vestidos estaban colgados en cada pared. Habían más vestidos de los que había imaginado.

—¿Tienes algún modelo en mente?

—¿Disculpe? —fruncí el ceño sin entender a que se refería.

—La forma del vestido, ¿Tienes alguno en mente que te guste?

—La verdad es que no.

—Entonces iniciaremos desde cero.

Comenzó a mostrarme los vestidos uno a uno pero ninguno me convencía del todo. No se cuanto tiempo estuvimos buscando pero parecieron horas. Mi madre, aunque intentara disimular, se notaba enojada por mi indecisión pero no era mi culpa, ninguno era de mi total agrado.

—La otra opción que podría darles es rediseñar el vestido y hacerlo a medida.

—¿Cree que alcancé a estar listo? —preguntó mi Madre preocupada.

—Un mes es limitado —hizo una mueca— pero alcanzo a terminarlo sin problemas.

—¿Te parece esa idea Hija? —por primera vez desde que llegamos mi Padre intervino.

—No lo sé, tal vez...

—¿Y este? —la voz de Lauren nos interrumpió haciéndonos voltear a mirarla.

Sacó uno de los vestidos que estaban colgados para alzarlo frente a ella. Ese vestido era el unico que había logrado captar mi atención hasta entonces y dentro de mi sabía que eso había sido en parte porque a Lauren le gustaba. Ella lo había elegido para mí.

Me acerqué para apreciarlo más de cerca. A diferencia con la mayoría que había visto esa mañana este vestido era más liso y sin piedras brillantes que no eran de mi agrado. Era más simple pero hermoso con encajes desde el torso hasta los brazos.

—Me encanta —susurré mirando a Lauren. Por un momento olvidé que habían más personas cerca y di un paso hasta ella con intensiones de juntar nuestros labios pero ella fue más rápida y lo disimuló con un abrazo.

—Debes probártelo —se apartó entregándome el vestido.

—En la habitación de al lado puedes probártelo muchacha —sugirió la dueña pero mi atención no se apartaba de Lauren.

—Ya vuelvo.

Solo eso fui capaz de decir antes de salir en dirección a la siguiente habitación. No había sido consiente de lo que estuve a punto de hacer hasta que estuve lejos de mis Padres. La iba a besar, casi cometo el error de dejarme llevar por mis sentimientos en frente de todos. Eso no podía volver a ocurrir.

Al entrar pude ver tres enormes espejos juntos frente a la entrada. Había también una pequeña tarima frente a ellos y en el resto de la habitación habían rollos de tela de diferente colores y texturas junto a una mesa de madera en donde había una maquina de coser.

—Cuando estés lista me avisas —informó ante de cerrar la puerta dejándome completamente sola.

Me desvestí sin ninguna prisa y con un poco de temor tomé el vestido. Con los ojos cerrados comencé a colocármelo. No quería verme en los espejos frente a mí. No me sentía preparada para tener esa imagen de mí en mi mente. Solo faltaba subir el cierre de la espalda para estar completamente lista pero mis manos no llegaban así que me obligué abrir los ojos.

Cada vez más era una realidad. Ya estaba vestida de novia, no había vuelta atrás.

Dos golpes en la puerta me asustaron haciendome volver a la realidad.

—¿Quién es?

—Soy Lauren, ¿Puedo entrar?

Mi cuerpo se tensó ante la idea de verla en ese momento. Por un segundo se cruzó la idea de no dejarla entrar pero desapareció cuando, atreves del espejo, vi como la puerta se abría. Ella no esperó mi respuesta y no sabía si sentirme aliviada o enojada.

Me voltee hacia ella y en el momento en que alzó su mirada hacia mí lo supe. El tiempo se detuvo por unos segundos bajo su atenta mirada haciendome sentir la mujer más hermosa del mundo. Ante los ojos de Lauren yo era perfecta.

—Se ve hermosa —susurró sin aliento recorriendo mi cuerpo, y a diferencia de la mirada que habíamos intercambiado esta mañana en mi habitación esta era una llena de admiración y amor, sin ningún toque de deseo carnal.

—Gracias —le sonreí con timidez. Su mirada era tan intensa que logró alterar mi corazón una vez más.

El sonido de sus pasos me obligó alzar la mirada nuevamente. Subió el primer escalón de la tarima quedando uno más bajo que yo. Intentando escapar de la tensión que sentía al tenerla cerca de mí me voltee hacia los espejos dándole la espalda.

—¿Me ayuda, por favor? —la miré por sobre mi hombro.

En silencio aceptó subiendo un escalón más quedando apegada a mi cuerpo. Tragué saliva al sentir sus dedos rozar mi piel cuando apartó mi cabello para dejarlo sobre mi hombro. La miré por el espejo pero su mirada estaba fija en mi espalda. Esta vez si era una mirada de deseo.

Como si de una tortura se tratase subió el cierre lentamente rozando mi piel. Mi cuerpo ya estaba erizado, deseoso de tener más contacto con ella.

Cuando lo subió por completo alzó su mirada topándose con la mía por el espejo. Mi respiración estaba cortada en la espera de su próximo movimiento.

—Será la novia más hermosa de este mundo —susurró en mi oído.

Cerré los ojos soltando todo el aire que había contenido. Sus labios acariciaron mi cuello dejando pequeños besos mientras me tomaba por la cintura.

—Lauren...



¿Cómo están? ¿Cómo va el inicio de año?

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