#Capitulo 7: Pequeña sorpresa

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—Buenas noches, Lauren —respondí aún sin cruzar del todo el umbral de la puerta.

—¿Tampoco puede dormir? —le dio un pequeño sorbo a su taza sin dejar de mirarme.

—No —negué—. Aunque ya es tarde.

—¿Quiere? —estiró su taza hacia mí con una pequeña sonrisa somnolienta.

—¿Qué es? —caminé hacia ella a paso lento dejando la vela a un lado de la suya sobre la mesa.

—Leche tibia —recibí la taza entre mis mano dejando que el calor de la leche entibiara mi piel—. Es buena para poder dormir—apoyó las palmas de sus manos detrás de su espalda sobre la mesa dejando su cuerpo levemente recostado para luego mirarme. Se veía tan despreocupada.

—¿Realmente sirve? —le di un pequeño sorbo para cerciorarme de que era lo que me decía.

—Quiero creer que sí —sonrió. Sus ojos se veían grises y tenían un pequeño brillo que no había visto antes pero sin duda alguna seguían igual de hermosos—. Margaret siempre me daba una taza de leche tibia cada vez que no podía dormir cuando era pequeña.

—¿Margaret? —apoyé mi cadera contra la mesa volviendo a darle otro sorbo a la taza.

—La criada de la casa de mis Padres.

—¿Le costaba dormir cuando era pequeña?

—Hasta el día de hoy —sonrió levemente—¿Usted? —me miró con atención.

—Solo de vez en cuando —respondí dejando la taza sobre la mesa entre ambas.

—Le puedo hacer una pregunta...

—Usted y sus preguntas... —sonreí—. Puede hacerla —asentí.

—¿La Señora Cabello se enojó cuando nos vio llegar?

Su pregunta me había tomado por sorpresa. No esperaba que se diera cuenta.

—Solo es algo momentáneo —intenté restarle importancia.

—No me gustaría que eso ocasionara problemas entre nosotras.

—Descuide, Lauren. Todo está bien.

—Me alegra oír eso —sonrió.

—Ya es tarde —acomodé mi capucha—. Será mejor que vaya a dormir. Que descanse.

—Igualmente, Camila.

Lauren

—Me gusta ese vestido —pude oír a la Señora Sinue a unos metros frente a mí junto a su esposo.

—Entra en la tienda si quieres —respondió sin prestarle mucha atención.

Hace unos minutos habíamos llegado al pueblo a dar una vuelta. El Señor Alejandro quería que conociera un poco más del lugar y junto a su Esposa e Hija nos dirigimos hacia la feria del pueblo. Era un lugar pintoresco, habían varias tiendas, gente ambulante que vendía animales o incluso algunos puestos de comida.

—Camila —escuché nuevamente la voz del Señor Alejandro—. Con tu madre entraremos a esta tienda, lleva a Lauren a recorrer un poco más del lugar.

—Sí, Padre —respondió volteando a mirarme—¿Vamos?

—Claro —asentí acercándome a su lado para comenzar a caminar nuevamente.

—¿Le está gustando? —oí su voz a mi lado.

—Sí —asentí—hay mucho que mirar.

—Mi Padre me contó que ha viajada a otros países.

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