Apego

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Congelando su ojitos, y tratando de orientarse no podía encontrar el camino. Sabía qué con esa velocidad no llegaría.

"No mires mas arriba que los brotes"

En su instinto estaba ese mensaje, su madre se lo enseñó. Extrañamente logra recordar ese calor maternal, la diversión de aprender a vivir aqui.

Pero de dónde venían estos recuerdos, se había distraído un rato y bajo la velocidad; estaba en peligro, debía apurarse. Si estos sentimientos vienen ahora es por algo.

Desde la altura su pelaje gris se confunde por el terreno tan desigual. Sus huesos sentían el peso de correr ya un rato, mientras las orejas sentían ese aletear. Unos minutos y la situación todavía no cambiaba.

Aunque , solo unos segundos la carrera pareció acabar cuando la coneja resbaló en un pequeño charco. Ahora su pelaje sería inútil. El frío terminara con ella si lograba escapar.

Pero aquel perseguidor no parece a verse dado cuenta de aquel error, o talvez estaba jugando; se alimentaba de su miedo. Nacido de un silencio, un silbido bajaba hacia dónde ella. Los aleteos eran cada vez más claros mientras menos habían. Después de un rato, solo existían pocos aleteos en todo ese paramo, unos pasos gigantes le dejaban en claro su situación.

Si decídia ir a un lado, un golpe con sus largas garras terminarían con esta cacería. La incertidumbre se le hacía infinita, debía hacer algo, no debía morir, morir así. Pero, ¿Eso no es lo que buscaba?.

De entre sus pensamientos se escuchaban quejidos; una pelea. Gruñidos y chillidos enormes salían para todo aquel que estuviera cerca. El pánico se apoderó de ella por instantes, solo al  estar segura, aprovecho está conciencia   y dió media vuelta para regresar a su madriguera.

Mientras caminaba, algo más tranquila, se dio cuenta de ese sentimiento, eso tan emocionante, por momentos sus patas y estómago estaban al rojo; estaba viva. Después de un rato, se distrajo con unos pajonales. Debía seguir comiendo mientras podía hacerlo aún. Ya todo pareciera calmado.

Casi lleva un mes así y no encuentra ninguna pareja. Tenía miedo, pero no era miedo de no encontrar a nadie, al final ni la cima de esa montaña estaba sola, cual lo diferenciaban, ambas siempre juntas , ella admiraba a la montaña por su belleza. Aunque en el fondo estaba apenada de nunca subir. Algo triste se metió a su hogar.

Era del tamaño suficiente para ella y unas posibles crias, alejado de los ríos y lugares peligroso. Aunque recostada en la fría tierra se dió cuenta de su tristeza; mañana quería ver las partes más altas del monte. La época de celo se acercaba y para apagar el aburrimiento seria bueno pasear.


Cuando sintió que había dormido los suficiente el sol ya estaba listo. Saco su cabecita marrón para ver esa montaña, pero sus ojitos sentían la gran brisa que venía junto aún nuevo día. Debía ser hoy, hoy.

Ya se encontraba cerca. Con la energía de mañana no se dió cuenta lo mucho que había recorrido. Pero, ya algo más apagada , era dudoso querer continuar. Ahi se dió cuenta de su posición, en el bosque a faldas del objetivo. Recorrió la misma escampada ayer, aún así, hoy hubo menos riesgos . Al fondo, el sonido de un riachuelo la distrajo de su reciente pesimismo.

Mirando aquel pequeño riachuelo de un agua tan hermosa, sus verdes ojos marchaban quel paisaje. Empezó a ver "algo".

Los senderos que nunca había visto parecieran enormes. Cuando sentia su hogar, lejos, demasiado lejos de lo común, volteaba la cabeza y sé sorprendía al saber cuánto había recorrido.

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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El hogar que nunca se vioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora