—Ábrela... —le pedí con desconfianza, él me miró extrañado. ¿Qué significaba esto? ¿Acaso Vladimir me había enviado una bomba o algo así?

—Pero...

—Vamos, hazlo —repetí, cruzándome de brazos. El chico me miró como si fuese algún bicho raro y, tras soltar un suspiro, abrió la bolsa de papel. De ella extrajo una pequeña caja blanca que ambos miramos por unos tensos segundos. Con una seña, le indiqué que la abriera. Aunque lució un poco molesto conmigo, la abrió y miró su contenido, frunció el ceño y me observó con cierta incredulidad. —¿Y bien? —pregunté sin comprender su reacción. Él hizo una mueca y me mostró la caja abierta.

—Es una rebanada de pastel de vainilla —contestó irónicamente mientras me pasaba la caja.

—¿Qué? —dije mientras la tomaba. Observé el trozo de pastel por unos segundos, preguntándome quién y por qué me lo habían enviado. —Pero yo no pedí nada, no enti...

—Buenas noches, señor Lewis... no me pagan lo suficiente para esto... —murmuró el chico, interrumpiéndome mientras entraba al ascensor después de lanzarme una mirada molesta.

Mi atención se centró en el pastel cuando me quedé a solas. Se nota que quien lo envió no me conoce lo suficientemente bien. Después de todo, yo detestaba las cosas muy dulces.

Me senté en el desayunador y me quedé inspeccionando el inesperado "regalo", si es que podría decirle así. Me sobresalté cuando escuché otra vez el timbre del ascensor. Rápidamente, activé la cámara y pude ver a un repartidor distinto; este tenía rasgos asiáticos.

—¿Sí? —dije confuso, llamando su atención.

—Señor Lewis, su pedido ya ha llegado —anunció el chico con seriedad. Hice una mueca y presioné el botón de las puertas. ¿Qué clase de broma era esta?

—Yo no he pedido nada... —le informé en cuanto salió del ascensor. Él me miró extrañado. Miré su camiseta y noté que era un repartidor de mi restaurante favorito de sushi.

—Ajá. Aquí tengo una orden para usted, le traigo sushi, ramen, dumplings, y otras cosas más... ¿dónde quiere que lo deje? —dijo con algo de impaciencia. Señalé la encimera del desayunador sin comprender nada, y lo observé sacar unos diez envases plásticos de su mochila. —La orden venía con esto —añadió, pasándome una pequeña tarjeta que tomé mientras mi estómago rugía ante el aroma de la comida. El chico se despidió y se marchó rápidamente.

Miré la tarjeta con intriga. Había una nota escrita en ella. "Prueba el pastel, no está tan dulce". Sentí mi corazón bajar a mis pies cuando leí aquello en ruso. Nikolai...

Me acerqué a la comida con el corazón tembloroso y las manos sudadas. ¿Acaso está en este país? Sonreí como tonto al imaginar que me siguió hasta acá.

Tomé una cuchara y probé un poco del pastel, sorprendiéndome al notar que realmente no estaba muy dulce. Casi pude escuchar su burlón "te lo dije" mientras sentía la textura casi sedosa de la masa de vainilla. Por los nervios, me lo comí todo con prisa, sin despegar los ojos de mi celular. Esperaba recibir algún mensaje suyo o una llamada. Si realmente estaba aquí, estaba dispuesto a mandar todo mi sentido común a la mierda y dejar de controlarme, siendo consciente de que probablemente no volveré a sentir algo tan fuerte por otra persona jamás en mi vida.

Comencé a comer del ramen al ver que los minutos pasaban sin tener ningún tipo de señal de vida de su parte. Solté los palillos sobre la mesa en cuanto escuché el timbre del ascensor por tercera vez en la noche. La ansiedad me recorría mientras me apresuraba hacia allá y activaba la cámara. Ahogué una exclamación al verlo de pie en el interior del elevador.

Russian || MD 2Where stories live. Discover now