Frío

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Dean

Frío. Tenía tanto frío que apenas podía evitar que mis dientes castañearan. Miré disimuladamente al hombre a mi lado, se veía muy relajado mientras tarareaba la animada canción de fondo que había puesto y que no reconocía. ¿Cómo podía estar tan tranquilo mientras yo sentía que estaba dentro de un congelador?

Mis uñas ya habían adquirido una tonalidad entre azul y morado, tampoco podía ocultar más el leve temblor en mi cuerpo. Sin importarme lo que pensara o dijera, extendí una mano y subí la temperatura, podía sentir su mirada sobre mí pero no me digné en observarlo.

—Debiste decirme que tenías frío —soltó él tomándome desprevenido. Puse los ojos en blanco y sin poder evitarlo lo miré mal, pero para sorpresa mía, se veía algo sorprendido. ¿De verdad no hizo esto a propósito?

Él subió aun más la temperatura, aparté la vista en silencio cuando le dio un rápido vistazo a mis temblorosos labios. Cuando giré mi cabeza hacia la ventana, el cristal se bajó poco después y sentí un gran alivio en cuanto el cálido viento del exterior me abrazó. Quién diría que Vladimir Sokolov podía llegar a tener una pizca de consideración...

No le di las gracias. Me estaba tomando muy en serio lo de ignorarlo. Además, ¿qué clase de persona baja tanto la temperatura en primer lugar?

—¿De verdad no piensas hablarme? —preguntó sonando ligeramente indignado, por el reflejo en el cristal pude notar que alternaba la vista entre el frente y yo. Fingí desinterés y me mantuve mirando los edificios que pasábamos. —Bien, nos quedamos en silencio entonces —dijo a la vez que quitaba la música, subía los cristales nuevamente y un silencio sepulcral pasaba a inundar el pequeño espacio. Negué. ¿Acaso es un niño? Ahora mismo parecía uno haciendo berrinche.

En otra ocasión me hubiese reído si no me encontrara tan desanimado por lo que me hizo. "Te doy tres horas más para que intentes convencerlo". Aunque esa haya sido la razón de Abigail para todo esto, yo sabía que no tenía caso hablar con Vladimir, sería solo una pérdida de tiempo y de paciencia.

Revisé mi celular al escuchar una notificación. Era un mensaje de Robert. Sentí mi estómago revolverse por los nervios cuando lo abrí.

"Lo siento mucho, Dean. No pude hacer nada, pero esta noche llamaré a Vladimir o a su padre".

—Detente.

Mi voz fue apenas un susurro pero gracias al inmenso silencio que había, el desgraciado pudo escucharlo y unos segundos después se detuvo a un costado de la carretera. Iba a vomitar.

Sentía que todo el desayuno había regresado a mi garganta y estaba a punto de salir por donde entró horas antes. Vladimir me estaba mirando con el ceño fruncido probablemente sospechando lo que se avecinaba, lo observé con frialdad.

—Si vas a vomitar, hazlo afuera —dijo haciendo una pequeña mueca de asco, arqueé las cejas.

—¿Y perderme la oportunidad de tirártelo todo encima? Sí, claro... —murmuré sádicamente borrando de inmediato la pequeña sonrisa burlona que se había formado en sus labios.

Él resopló y dejándome sorprendido recostó mi asiento mientras me quitaba el cinturón de seguridad. Mi rostro se calentó un poco cuando estuvo tan cerca de mí y su perfume invadió mi nariz. Me alejé lo más que pude de él pegándome de la puerta como si fuese el único lugar seguro. No oculté mi molestia por su incómoda cercanía, él me respondió con una sonrisita divertida.

—Recuéstate un poco, te hará sentir mejor —afirmó mientras ponía el auto en marcha haciendo que regresaran mis náuseas.

No tuve más opción que recostarme cuando el movimiento del vehículo me mareó aun más. Me abracé a mí mismo y cerré los ojos cuando se llenaron de lágrimas. Ahora no, por favor. Supliqué en mi mente para que las ganas de llorar se alejaran. Este era el peor lugar para mostrarme vulnerable.

Russian || MD 2Where stories live. Discover now