Capítulo 6|| Álvaro

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Me desperté debido al destello de una luz verde. Esta daba directamente a mi cara y era bastante molesta, alumbraba demasiado para ser un foco tan pequeño. Un movimiento justo a mi lado me hizo girarme.

Paul, con cara adormilada y el pelo hecho un desastre me miraba, algo extrañado. Yo miré a mi alrededor antes de hablar, esperando que nadie más estuviese despierto. Tras comprobar aquello, hablé.

— Dime que tu también ves esta luz...—susurré.

— Pues claro que la veo, te está dando en toda la cara ¿De donde narices viene?

— No sé, estaba tumbado sin más y me ha dado en la cara. Me he despertado por eso.

Paul, aún con estragos de sueño por si rostro, se acomodó mejor sobre sí mismo, acercándose a mi parte de la cama. Tanto que si me girase nuestras respiraciones estarían entremezcladas. Él estaba centrado en buscar el inicio de la dichosa luz, pero yo no podía dejar de pensar en lo cerca que estaba y como habíamos acabado aquí los dos juntos. Por impulso, me giré a mirarlo y fue entonces cuando se percató de lo cerca que estábamos el uno del otro.

Nuestras caras volvían a estar a pocos centímetros. No sé en qué momento me había empezado a aguantar la respiración, pero que sus ojos bajasen hacia mi boca no ayudo en absoluto. Solté todo el aire de golpe, casi sin quererlo, y eso le hizo subir la vista de nuevo.

Sus ojos volvían a brillar, y aunque ambos estuviésemos ya bien tumbados en la cama (Paul había desistido en su misión de encontrar la luz) nuestras caras seguían a milímetros. Esta vez fui yo quien bajo la mirada, acompañada de mi mano, con la que acaricié con sumo cuidado su mejilla. Me atreví incluso a pasar el pulgar por su labio inferior, notando como él dejaba un pequeño beso sobre mi dedo. Volví a soltar el aire que, de nuevo, no sabía que estaba reteniendo.

— Álvaro...

No respondí. Ni siquiera había sido consciente de su llamado. Era incapaz de hacer otra cosa que no fuese mirar sus ojos o sus labios. Haberle pedido que se quedase en aquella cama había sido una muy buena decisión del Álvaro de hacía unas horas.

Esta vez fue su mano en mi mejilla la que me sacó del trance. Fui capaz de ver más allá, y hacer caso a lo que intentaba decirme.

— Álvaro, yo no sé si esto es buena idea...

— ¿El qué?

— Esto. Que yo esté aquí. Que nos miremos así. Yo no sé que es lo que tu quieres, y tú tampoco sabes lo que quiero yo.

Soltó todo aquello en un susurro. Sus ojos volvían a estar tristes, aunque seguían brillando. Yo mee acerqué más incluso que antes, antes de hablar.

— Y no necesitamos saberlo, Paul. Déjate disfrutar de esto. Déjanos. Por favor.

— No sé si puedo...

Decidí hacer algo de lo que, seguramente, me iba a arrepentir al segundo. Agarre suavemente su nuca con la mano que aún estaba en su mejilla, y pegué nuestros labios. Me permití unos segundos para disfrutar de aquella sensación, aunque me aparté rápidamente.

Su mano seguía en mi mejilla. La mía en su nuca. Nuestras miradas seguían conectadas. Pero él decidió romper aquello, se giró, quedando boca arriba y suspiró. Yo opté por hacer lo mismo, volviendo a caer en brazos del sueño.

[...]

Me senté con cara de mal humor en mi sitio de siempre. Ni mi tostada ni mi café me harían cambiar aquella expresión. Le dí un trago largo a este último, bajo la atenta mirada de mis amigos.

Bea tan solo me observaba, con esa mirada que tenía de sabelotodo, tenía asegurado un interrogatorio en cuanto el desayuno acabase, claro. Juanjo unía puntos en su cabeza, y podía seguir como sus ojos iban desde alguien hacia mí. Martín tan sólo me observaba, esperando el momento oportuno para hablar, y Ruslana decidió ser más práctica y preguntar sin más.

Those eyes|| OT2023Where stories live. Discover now