Dentro del laboratorio, el azebache acompañado del rubio, estaban fascinados con todos los artefactos que se encontraban a su al rededor, pues nada bajo el agua era tan impresionante y avanzado como eso.
-¿Qué haremos aquí?- preguntó viendo al pelirrojo y reflejando su rostro en esas pupilas azules.
-No te preocupes, vamos a ver simplemente tus escamas y partes de tu piel.- sonrió con sinceridad dándole confianza a éstos.
-Yo mientras me sentaré aquí.- comentó el rubio tomando lugar cerca de ellos en una roca mientras movía levemente la la punta de su aleta en el agua. Viendo fijamente al chico de lentes.
Rin sin importale, tomó entre sus brazos al lindo chico de ojos azules como el zafiro.-Ven.- comentó ya cargandolo y sentandolo en una mesa de investigación.-No te hará daño.-
Le mencionó sonriendo y acariciando suavemente su mano.
-¡Hola, Haru-senpai!, Gusto en conocerlo; soy Rei y el joven príncipe me habló de usted.-
-Gusto en conocerte, soy Haruka Nanase.-
Rei dispuesto a ver sus preciosas escamas, acerco una lupa y vio detalladamente cada una, pero al momento que querer enterrar una pequeña aguja con permiso de Haru, pudo ser testigo de que estás tomaron una forma picuda y más brillosa, como si de un escudo acompañado de una filosa espada se tratara.
-¡W...WOW!- ambos humanos exclamaron a lo que Haru con orgullo sonrió.
Pasaron unas pequeñas horas y todo la investigación terminó, el rostro del científico era más que suficiente para saber que habían conocido algo que jamás en toda su vida habían encontrado.
Haru era un tesoro muy importante tanto para su especie, como para la ciencia; y en el peor de los casos, en el mercado negro. Pero a causa de la inmensa seguridad que había empezado a haber, muchas cosas cambiaron y dejaron de comerciar esa clase de hombres en el reino.
Transcurrió un rato y el cuarteto poco a poco comenzó a fluir, compartiendo risas y algunas anécdotas de cosas tontas que habían hecho.
Ya el sol comenzaba a bajar y daba señal de que la tarde iba a irse, así que todos se despidieron más antes de irse el ojiazul, el pelirrojo lo tomó del brazo y le susurro.
《 "Mañana al anochecer, aquí, a las 10 pm." 》
El sireno algo sorprendido, confirmo su ida al sitio moviendo ligeramente la cabeza de arriba hacía abajo.
Tomaron rumbo al océano libre ambos sirenos, dejando ver un poco de color y brillo venido de sus aletas.
Transcurrieron las horas rápidamente y sin darse cuenta, era el siguiente día, había una brisa magnifica, el sol era cálido más no quemaba, las nubes se encontraban despejadas y el mar estaba maravilloso para poder nadar en el.
Más para Haru era un horrible día, su prometido Sousuke iba a llegar de su viaje.
Eran al rededor de las 2 de la tarde, un tritón de coleta negra había llegado al palacio para después dirigirse a la alcoba privada de su futura mujer, Haru.
Haru miraba atentamente uno de sus mejores prendas y artefactos que encontraba para el cabello, quería verse espléndido para el chico a quién mataría. De pronto unas manos lo rodearon por la cintura y una gruesa voz susurro en su oído. - Haru...-
Ésto provoco un pequeño susto en el contrario y quisiera safarse.-Para tí, soy Haruka.- más al decir eso, provoco malhumor al pelinegro quién empezaba a rozar el bulto que tenía abajo.
-¿Aún cuándo estoy así...?- dijo besando y lamiendo su cuello, haciendo que empezara a gimotear ligeramente y el calor de su cuerpo empezara a aumentar. Pero siempre se sentía asqueado por lo que jamás le ha permitido subir de nivel ni hacer nada.
Como sea que pudo, logró voltearse y abofetear su mejilla. -Sigues siendo tan asqueroso como siempre...ja.-
Esas palabras lastimaron nuevamente al egoísta corazón de Sousuke, quién había sido su amigo desde bebés, pero con el paso del tiempo, éste chico se obsesionaba con Haruka, amenazandolo de él mismo terminar con su reino si no se casaba con él.
-Por cierto, hoy tendremos una cita, vendré por ti a las 10 pm.-
Comentó sonriendo para después retirarse, al parecer Haru estaba en un pequeño problema.
