— Lo digo en serio, ¿vale? —me ordena con voz dulce.

— He dicho que está bien. Pero no me dejes mucho rato aquí solo —le suplico.

— No tardaré. Deberíamos ir mañana mismo a firmar el contrato del apartamento, en cuanto salgas de Vance. No quiero tener que preocuparme más de estas mierdas.

Yo tampoco quiero tener que soportar estas fiestas ni seguir en mi habitación compartida en la residencia de estudiantes. Quiero comer en una cocina, no en un comedor de estudiantes, y quiero tener la libertad de ser adulto. Vivir y estudiar en el campus no hace más que recordarme lo jóvenes que somos.

— Vale, vuelvo enseguida. Cierra la puerta cuando me vaya y no la abras. Yo tengo llave. —Me da un beso rápido y se aleja.

— Jesús, actúas como si alguien fuera a venir a asesinarme —bromeo para quitarle hierro al asunto, aunque él no se ríe antes de salir del cuarto.

Pongo los ojos en blanco pero cierro de todas maneras; lo último que quiero es tener que echar de aquí a algún borracho en busca del cuarto de baño.

Enciendo el televisor, esperando que amortigüe el jaleo de abajo, pero no dejo de pensar qué estará pasando. ¿Por qué a JungKook lo intimida tanto Dylan? ¿Por qué Dylan da tanta grima? ¿Estarán jugando otra vez al estúpido jueguecito para críos de Verdad o desafío? ¿Y si retan a JungKook a que bese a Yuqi? ¿Y si está sentada encima de JungKook como en la última fiesta? Odio tenerle tantos celos, me vuelve loco. Sé que JungKook se ha acostado y ha estado liado con un montón de chicas, entre ellas Momo, pero por alguna razón Yuqi me pone mala. Puede que sea porque sé que no le caigo bien e intenta fastidiarme recordándome que ha estado con JungKook.

«Y porque la pillaste sentada a horcajadas encima de él y metiéndole la lengua hasta las amígdalas la primera vez que la viste», me recuerda mi subconsciente.

Al final no puedo soportarlo más. Sé que debería esperarlo aquí con la puerta cerrada a cal y canto, pero mis pies tienen otros planes y, antes de darme cuenta, ya estoy bajando los escalones de dos en dos, en busca de JungKook. Cuando llego abajo veo el horrendo pelo rosa de Yuqi y su vestido cinturón. Respiro aliviado cuando no encuentro a JungKook por ningún sitio.

— Pero bueno... —dice una voz a mis espaldas. Me vuelvo y veo a Dylan a menos de un metro de mí—. JungKook nos ha dicho que no te encontrabas bien. Le va a crecer la nariz...

Se ríe y se saca un mechero del bolsillo. Le quita la tapa con el pulgar, lo enciende y se lo lleva al bajo de los vaqueros para quemar los flecos.

Decido no dejar mal a JungKook.

— He bajado porque me encontraba mejor —le digo.

— Qué rapidez. —Se ríe. Está claro que le parece divertidísimo.

La habitación se ve ahora mucho más pequeña y la fiesta mucho más grande. Asiento e inspecciono el salón, intentando desesperadamente encontrar a JungKook.

— Ven, quiero que conozcas a mis amigos —dice Dylan. Cada vez que habla me entran escalofríos.

— Es que... creo que debería buscar a JungKook —tartamudeo.

— Venga, hombre. JungKook estará con ellos —dice, e intenta pasarme el brazo por los hombros.

Doy un paso para fingir que no me he dado cuenta de lo que iba a hacer. Pienso en si debería volver arriba para que JungKook no se entere de que he bajado, pero estoy seguro de que Dylan me seguiría o se lo contaría a él. O las dos cosas.

— Vale —asiento dando mi brazo a torcer.

Sigo a Dylan entre la multitud y me lleva al jardín trasero. Está oscuro, iluminado únicamente por las luces del porche. Empieza a preocuparme lo de seguir a este tipo afuera, pero sólo hasta que mis ojos encuentran los de JungKook. Los abre como platos, primero de sorpresa y luego de enfado, y hace amago de levantarse pero al final se queda sentado.

KOOKGI : DESPUÉSWhere stories live. Discover now