23

562 45 0
                                    

JungKook se marcha después de discutir un buen rato sobre fútbol americano con mi jefe. Me disculpo por tener visita, pero el señor Vance no le da ninguna importancia; me dice que JungKook es como de la familia y que siempre será bienvenido. No puedo dejar de imaginarme a JungKook haciéndome el amor encima de la mesa, y mi jefe tiene que repetirme lo que ha dicho sobre la siguiente nómina tres veces antes de que yo vuelva al mundo real.

Sigo leyendo el manuscrito; estoy tan enfrascado que cuando levanto la vista son las cinco pasadas. Debería haber salido hace una hora y tengo una llamada perdida de JungKook. Lo llamo en cuanto llego al coche, pero no lo coge. Hay algo de tráfico y, cuando llego a mi habitación, me sorprende encontrar a Momo en la cama. A veces se me olvida que ella también vive aquí.

— ¡Cuánto tiempo sin verte! —bromeo, quitándome los zapatos.

— Sí... —dice sorbiendo por la nariz.

— ¿Estás bien? ¿Qué ha pasado? —Me siento en su cama junto a ella.

— Creo que NaYeon y yo hemos roto. —Solloza.

Es muy poco frecuente ver a Momo llorar, normalmente es muy fuerte y tiene mucho carácter.

— ¿Por qué? Y ¿qué significa eso de creo? —le pregunto mientras le paso la mano por los hombros para consolarla.

— Nos hemos peleado y he roto con ella, pero sin querer. No sé por qué lo he hecho. Me he enfadado porque estaba sentada con ésa, y sé muy bien cómo se las gasta.

— ¿Quién? —pregunto, aunque creo que ya lo sé.

— Yuqi. Deberías haber visto cómo coqueteaba con ella, se bebía sus palabras.

— Pero ella sabe que estáis juntos, ¿no es amiga tuya?

— Eso a ella le da igual. Haría cualquier cosa con tal de que cualquiera le preste atención.

Observo a Momo llorar y secarse las lágrimas, y cada segundo que pasa detesto un poco más a la dichosa Yuqi.

— No creo que NaYeon pique, he visto cómo te mira. Le importas de verdad. Creo que deberías llamarlo y hablar del tema —le sugiero.

— ¿Y si está con ella?

— No está con ella —le aseguro.

No veo a NaYeon dejándose seducir por la serpiente de pelo rosa.

— ¿Cómo lo sabes? A veces uno cree que conoce a las personas, pero no es así —dice, y me mira a los ojos—. Jung...

— Hola —dice JungKook entrando en la habitación como Pedro por su casa. Luego procesa el cuadro que tiene delante—. Uy..., ¿mejor vuelvo dentro de un rato?

Se revuelve, incómodo. JungKook no es de los que consuelan a una chica llorosa, por muy amiga suya que sea.

— No, voy a ver si encuentro a NaYeon y hacemos las paces —dice ella poniéndose en pie—. Muchas gracias, YoonGi.

Me abraza y mira a JungKook. Intercambian unas miradas muy raras antes de que Momo salga de la habitación.

Él se vuelve y me da un beso.

— ¿Tienes hambre?

— Sí, la verdad es que sí —le digo. Tengo que ponerme con los deberes, pero voy bastante adelantado. No tengo ni idea de cómo ni cuándo saca tiempo JungKook para estudiar y trabajar.

— Estaba pensando que, después de cenar algo, podrías llamar a Elizabeth o a SeokJin y preguntarles qué debo ponerme para..., ya sabes, la boda.

Cuando menciona el nombre de SeokJin me remuerde la conciencia. Hace días que no hablo con él, y lo echo de menos. Quiero hablarle de las prácticas y puede que incluso le cuente cómo me va con JungKook. Esto último no lo tengo claro pero, aun así, quiero hablar con él.

KOOKGI : DESPUÉSOù les histoires vivent. Découvrez maintenant