೫ Convivencia ೫

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Narrador omnisciente:

Después de varios meses de salir, Jenna y Emma decidieron dar un paso más en su relación y mudarse juntas. Encontraron un apartamento pequeño pero acogedor, cerca de sus respectivos lugares de estudio y trabajo. Estaban muy ilusionadas por compartir su vida y su espacio, pero también sabían que no sería fácil. Tendrían que adaptarse a las costumbres, las manías, las necesidades y los miedos de la otra. Tendrían que aprender a convivir.

El primer día en su nuevo hogar, se dedicaron a organizar sus cosas. Cada una tenía su propio armario, su propio escritorio, su propia estantería. Pero también tenían cosas en común, como la cama, el sofá, la cocina, el baño. Tuvieron que decidir cómo distribuir el espacio, cómo decorar el ambiente, cómo repartir las tareas. Se pusieron de acuerdo en algunas cosas, pero también tuvieron algunas discusiones.

—Jenna, ¿por qué pones tus pinceles y tus pinturas en el lavabo?

—Porque ahí es donde los lavo, Emma. ¿Qué tiene de malo?

—Pues que ocupan mucho espacio. Y además, manchan el lavabo de colores.

—Bueno, pues yo no me quejo de que dejes tu cámara y tus lentes en el sofá, Emma. Y además, pueden romperse si alguien se sienta encima.

—Está bien, está bien. Hagamos un trato, Jenna. Yo guardaré mi cámara y mis lentes en mi escritorio, y tú guardarás tus pinceles y tus pinturas en tu estantería. ¿Te parece?

—Me parece justo. Así evitamos problemas.

Se dieron un beso y siguieron con su organización. Al final del día, habían logrado acomodar todo a su gusto y a su comodidad. Estaban muy contentas con el resultado y se felicitaron mutuamente. Se prepararon una cena sencilla y se sentaron a comer en la mesa. Brindaron por su nueva etapa y se miraron con amor.

—Te quiero, Jenna.

—Yo también te quiero, Emma.

Se fueron a la cama y se abrazaron. Se durmieron en los brazos de la otra, soñando con su futuro juntas.

Los días siguientes, Jenna y Emma empezaron a descubrir más cosas de la otra. Cosas como su humor al despertar, su forma de gestionar los problemas, sus momentos de descanso.

Algunas cosas les gustaban, otras les sorprendían, otras les molestaban. Pero siempre trataban de respetar, de comprender, de dialogar. Se daban su espacio, pero también se daban su cariño.

Se hacían pequeños detalles, como preparar el desayuno, dejar una nota, comprar una flor. Se hacían grandes gestos, como apoyar un proyecto, resolver una duda, abrazar un llanto. Se hacían felices.

Se dieron cuenta de que convivir no era fácil, pero tampoco imposible. Era un reto, pero también una oportunidad. Una oportunidad de conocer bien a la otra persona, de aceptarla, de quererla. Una oportunidad de crecer juntas, de aprender juntas, de vivir juntas. Una oportunidad de amar.

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