Capítulo cuatro: Otra vez ella.

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Me despierto en la comodidad de mi cama, aún tenía la misma ropa de fiesta, mis zapatos estaban en la cama al igual que mi bolso y claro que el dolor de cabeza era protagonista en la escena

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Me despierto en la comodidad de mi cama, aún tenía la misma ropa de fiesta, mis zapatos estaban en la cama al igual que mi bolso y claro que el dolor de cabeza era protagonista en la escena.

Nunca más beberé de esa manera.

De repente recuerdo que la razón por la que estoy así es por la pequeña celebración por el trabajo en el que comenzaba hoy.

Me cago en la...

Veo mi celular, que por cierto la pantalla apenas está alumbrada por la baja batería, y el reloj indica que son las siete y media de la mañana.

En media hora se supone que debo estar en la entrada de la empresa.

Rápidamente me levanto mientras me desvisto y me dirijo a la ducha, en la que el agua fría golpea directamente con mi cuerpo. Refriego todo con rapidez, y me encuentro con ligeras marcas que fueron dejadas como recuerdo de la noche anterior.

¿Noche anterior? Si eso sólo pasó hace pocas horas.

El recuerdo de la linda y respetuosa mujer que me hizo suya hace que mi corazón se acelere y se me escape una sonrisa tonta.

¿Que debo hacer con ella?

Salgo de la ducha y agarro de mi armario las prendas que lucen más formales, luego me dirijo a mi tocador en el que con corrector tapo algunas marcas que hay en mi cuello.

Freen había sido realmente tierna y atenta conmigo, eso no podía salir de mi cabeza.

Pongo un poco de rubor para disimular mi cara pálida por la resaca, también un poco de brillo labial y para finalizar un poco de perfume.

Tengo cinco minutos para llegar a el lugar que está a diez minutos. Así que a velocidad de la luz ya me encuentro en mi auto.

A pesar de haber manejado con rapidez, cosa que no suelo hacer ya que aprecio mi vida y respeto la de los demás, llego quince minutos tarde gracias al movimiento que hay en las calles pese a que es lunes.

Tomo mi bolso y por tan sólo unos segundos aprecio lo bonita que se ve la empresa desde afuera con los rayos del sol golpeando sus paredes.

- ¿Rebecca Armstrong? -dice mi nombre mientras toca mi hombro.

- Oh, tú debes ser Bastian. -extiendo mi mano y me golpeo mentalmente al ver que, en efecto, Bastian traía un cartel gigante con su nombre en el lado izquierdo de su pecho.

Otra vez tú © FreenBeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora