Parece un hada, algo fuera de este mundo. Una musa.

Es preciosa.

Carraspeo el nudo que se creó en mi garganta nada más verla antes de responder:

—Buenas tardes, señorita...

—Campbell, Wynn Campbell. —Corto, hermoso y perfecto como ella.

Sí parece el nombre de un hada.

—Bien, señorita Campbell, tome asiento, por favor. —Cuando lo hace y me mira fijamente a los ojos esperando a que empiece a entrevistarla, recuerdo por qué odio hacer esto. No tengo nunca la menor idea de qué preguntar, me pongo más nervioso yo que la persona que estoy entrevistando, lo cual es patético. Pero con esta chica es, de alguna manera ridícula, mil veces peor—. Soy Alexander Danford —me presento, ofreciéndole mi mano para un apretón.

Ella lanza una risa baja y discreta que me deja sin aire por unos vergonzosos diez segundos.

—Sé quién es usted, señor Danford. —Cuando toma mi mano, debo admitir que dura más de lo que debería y, definitivamente, no quiero soltarla. Su mano es suave, y tiene dedos largos y delgados, a pesar de que su mano es mucho más pequeña que la mía. Es como tomar la mano de una pianista.
Dios mío, debería descartarla del trabajo desde ya, voy a morir por retener tanto la respiración al tenerla cerca. Pero eso no sería justo para ella. Solo tengo que controlarme.

Fácil decirlo.

—Cierto. —Reticente, suelto su mano y ella vuelve a mirarme expectante. Por favor, no me mires así—. Háblame un poco de tu experiencia en el área.

Abro el archivo que me dejó Darla sobre las candidatas y encuentro el de Wynn en la primera página. Estoy leyendo su hoja de vida, intentando entretenerme; 24 años, terminó la secundaria...

—Solo he tenido un trabajo como chica de servicio, señor Danford. Antes de ese estuve trabajando como mesera en un pequeño restaurante en mi pueblo. Luego trabajé en la mansión de la señora Foster como chica de servicio durante 4 años. Aunque debo decir que mis deberes fueron más allá de eso. —Me es imposible seguir leyendo su hoja de vida, que es muy corta, porque no puedo evitar mirarla mientras me habla. Siento que, si no la miro, me perderé algunas de sus palabras. Habla tan suave que, si no le presto atención, no la voy a escuchar. Aunque tampoco ayuda que tenga que mirar fijamente sus preciosos labios rosados. Jesús, parezco un hombre que nunca ha tenido una mujer—. La señora Foster estuvo enferma durante mucho tiempo antes de morir hace unos 6 meses, todo el tiempo que estuve con ella fui su cuidadora, me encargaba de todo lo que ella necesitara. Ella era una persona muy solitaria y me agradaba hacerle compañía. Me enseñó mucho de lo que sé y lamenté su muerte como si hubiera sido mi familia.

—Lamento tu pérdida —le digo sinceramente—. ¿Qué hay de tu familia?

—Um... Bueno... —Es la primera vez que la veo titubear desde que empezamos. Baja la mirada y de inmediato quisiera que volviera a poner sus maravillosos ojos en los míos. Susurra una respuesta, pero esta vez habla tan bajo que no puedo descifrar su respuesta.

—Disculpa, ¿te importaría repetir? No pude escucharte.

—No tengo familia.

—Oh... —Bueno, ahora menos sé que decir. ¿Me respondería si quisiera saber qué pasó con su familia? Tengo tantas preguntas, pero no sé si es prudente en una entrevista de trabajo, parecen muy personales las que tengo en mente. Algo como si tiene algún novio o esposo esperándola en alguna parte—. Bueno, aquí todos nos tratamos como una familia, así que eres más que bienvenida si quedas en el puesto. —Ella vuelve a mirarme, ofreciéndome una pequeña sonrisa—. Aunque debo advertirte que Darla, la señora Hanser, es una madre bastante exigente. —Me estremezco un poco falsamente y ella se ríe de nuevo de esa forma que me hace contener la respiración.

—Sería un placer poder pertenecer aquí.

Le explico las tareas que tienen las chicas de servicio aquí, el sueldo y lo que se espera de la posición. Ella asiente, de acuerdo con todo lo que le digo.

—¿Tienes algún inconveniente con vivir aquí? Normalmente, es lo mejor para todos ya que facilita el trabajo, pero si quieres vivir en otra parte, tendrías que cumplir el horario laboral de llegar y salir a las horas correspondiente. —Sutil, Alex, sutil.

—Pues, la verdad... —Por favor, di que vas a vivir aquí—, tengo un lugar al que me gustaría volver cada quince días por un fin de semana, irme los viernes después de mi horario y regresar los lunes, si usted no tiene problemas con eso.

¿Un lugar al que volver? ¿Será que puedo preguntar dónde?

—Supongo que depende, ¿dónde está este lugar? Para saber si es factible con tu horario y todo eso.

Joder, soy un genio.

—Está a las afueras de la ciudad. Es mi hogar, donde viví toda mi vida con mi padre y me la dejó después de morir, así que no quiero descuidarla. Puede ser hasta cada tres semanas si desea, pero no puedo tardar mucho en volver. —La forma en que habla de su hogar me tiene hipnotizado, sin palabras y con un raro dolor en el pecho. Supongo que malinterpreta mi silencio atónito con negación, porque enseguida continúa diciendo—: O si lo desea puedo trasladarme diario desde mi casa hasta aquí, así no tendría que darme ningún fin de semana libre. Como guste.

—¿Cómo lo manejabas antes?

—Los hijos de la señora Foster la visitaban cada dos semanas y se quedaban con ella por todo el fin de semana. Así que iba casa quincenal desde el viernes al lunes, pero sé que no es lo mismo, así que usted dígame. —¿Cómo sabrán sus labios? Se ven tan dulces, como un postre después de una cena. Parecen como si no podría tener suficientes de ellos si alguna vez los probara—. ¿Señor Danford?

—Lo siento, estaba pensando —carraspeo, un poco avergonzado—. Yo no tengo inconvenientes, pero si te contratan, háblalo con Darla, ella debería poder ayudarte.

Cuando la contraten...

Porque no hay manera de que la pierda de vista, y lo lamento por las demás candidatas, pero quiero a la señorita Campbell aquí. Espero poder controlar la extraña atracción que siento por ella a medida que la vea más seguido... o no.

A tu servicio ©Where stories live. Discover now