II

389 22 0
                                    

La cabeza me dolía, era confuso. Alzando el torso de mi cama, me sostuve la cabeza; era un dolor que nunca habría llegado a sentir antes, era […] Como si un martillo me golpease. Cambiando de dirección mis manos me las terminé restregando por la cara. El cansancio también era evidente.

Aunque no fuera un gran problema tan significativo, debido a que siempre lograba dormir lo que debía. Aunque, al mismo tiempo no lo parecía siempre tenía sueño, al punto de dormirme en lugares “peculiares” en varios momentos de mi día a día.

Recostándome de nuevo, mi cabeza se sumió en la almohada devuelta, girando mi cuerpo, quede recostado de lado y ahí en aquella posición solo pude pensar en ella, desde que llego a mi vida, el dolor y el sueño empezaron ¿Acaso ella es la responsable? […] Golpeándome, me negué ante aquella idea tan absurda y simplemente cerré mis ojos para dormir.

El amanecer aparecía y yo ya me encontraba preparándome para ir a la escuela, viéndome al espejo con mi uniforme negro y botones dorados. Viendo atentó mi reflejo en el baño, no me encontraba concentrado únicamente en mí, si no, en lo que oían mis oídos.

Mi madre hace no mucho habría contestado una llamada, todo iba bien hasta que, empezó a alzar la voz. El de la llamada era mi padre y por lo que oía, ya no éramos importantes para él […] solo éramos un desperdicio de dinero, para su nueva vida.

Y entre insulto he insulto, la llamada se terminó. Y como ella acabó yo terminé de alistarme, tomando mi mochila me despedí de ella, quien en una sonrisa forzada me deseo un buen día.

Caminando tranquilamente, o eso era lo que expresaba falsamente, debido a que me encontraba enojado, frustrado y demasiado confundido. ¿Por qué hasta hora decidió votar la sopa y en este mismo momento?, no era ningún misterio para mí o siquiera para mi madre, que mi padre ya habría perdido el interés en nosotros, cuando el dinero de la renta y servicios no llegaba en algunas ocasiones, que se perdía la comunicación con el por semanas enteras.

Subiendo al metro, decidí dejar de pensar en ello. Acomodándome en mi asiento vi atento a los demás pasajeros entrar y tomar asiento u como otros que quedaban parados. Observando de forma vaga como baja a los demás pasajeros.

Todos eran peculiares en sus sentidos más naturales, personas con características animales; perros, gatos, caimanes etcétera, con partes del cuerpo distintas a lo convencional; brazos con protuberancias como cristales, otro par de brazos, ojos, piernas de conejo u otros factores.

Pero “ella” era notable, de cabello largo como rojo y de un mechón dorado; su larga cabellera se encontraba atada en una coleta y dos mechones en sus patillas igualmente dorados, sus ojos dorados y que brillaban en sus propias cuencas, con su cuerpo delgado y sin mucha masa delantera como trasera, pero lo último eran aquellos cuernos que descansaban sobre su cabeza; con las puntas curvándose así atrás levemente formando un gancho, sus colores eran el negro y amarillo en las puntas.

sus rasgos faciales eran afilados como su mirada puesta sobre mis hombros. Aquellos ojos me observaba con suma atención, como si yo fuera el más interesante en todo el vagón en donde nos encontrábamos. Abrazando mi mochila preferí no decir nada y desviar mi vista de ella.

No obstante decidí por mera curiosidad ver de nuevo su rostro, cuando lo hice me percaté que de su boca el vapor de un fuerte calor se escurría de entre sus labios, un poco sorprendido mis ojos se abrieron pero cuando lo hice escuché un leve susurro de ella.

¿Una esposa?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora