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Gaby fue abriendo sus ojos de a poco, notando que, al intentar moverse, le era muy limitado. Sentía sus brazos siendo aplastados por su espalda, sus manos y pies atados, y estaba en un espacio reducido. Escuchó ruido afuera de aquello que parecía ser una gran caja. Unos pasos que iban cesando por el acercamiento.
Cuando intentó moverse una vez más, le extrañó su atuendo... ¿Que traía puesto? Tan solo podía sentir su ropa interior, ahí de dió cuenta que el resto de su cuerpo estaba expuesto. Ya no quería que esa persona desconocida abriera la caja, sentiría una gran vergüenza de que la vieran así. Pero no pasaron muchos segundos y la pata que la cubría se levantó, dejando ver a un chico de casi su misma edad.

—T-tú eres... ¿Eres mi regalo de navidad? —preguntó él, observando la pancita descubierta de Gaby. Una gran sonrisa se le dibujó en el rostro— Eres perfecta.

Ninguna palabra salía de la boca de Gaby, su sorpresa era mayor y ahora solo tenía más preguntas que respuestas. El chico la ayudó a salir de la caja y la recostó en su cama, sin poder dejar de verle su perfecta y rellenita pancita. Además su ombligo parecía ser perfectamente redondo y profundo.

—No puedo creer que porfin se cumplió mi deseo —susurró entusiasmado— Estoy tan nervioso que no puedo esperar.

Se iba a acercar a ella, pero justo lo detuvo.

—Espera, por favor —suplicó Gaby— ¿Me podrías decir, quién eres, por qué estoy aquí atada y a qué deseo te refieres?

—Oh, lo siento. Olvidé mis modales... —sonrió inocente y con un ligero sonrojo en sus mejillas— Yo soy Uta. Estás atada porque... B-bueno, eres mi regalo. Y por mi deseo... Para navidad pedí a una chica que le gustaran las cosquillas tanto como a mí y que me dejara hacerle en su pancita.

Las mejillas de Gaby hirvieron en rojo por las ultimas palabras.

—¿C-cómo sabes que me gustan? Podría ser un error todo esto... —negó nerviosa.

—Jajaja, eres graciosa. Claro que no es un error, las estrellas fugaces jamás se equivocan. Y por cierto, tienes una pancita muy linda.

Gaby no pudo defenderse más. Nunca pensó estar en una situación así, y aunque le avergonzaba mucho, aceptó en su mente aquellas cosquillas en su pancita que secretamente estuvo esperando por años.
El chico acercó su mano a su costado, y deslizó su dedo suavemente de arriba a abajo. Ambos sentían sus latidos a mil, Uta por la emoción y Gaby por los nervios. Ella podía sentir cómo su pancita se estremecía por esos toquecitos que fueron aumentando por toda su pancita. Mordía su labio inferior, evitando reir por el momento. No quería perder el control tan pronto.

—¿Tienes cosquillas aquí? —preguntó— Por cierto, ¿Cuál es tu nombre?

—G-Gaby...

—Bien. ¿Tienes cosquillas en tu pancita, Gaby? —volvió a preguntar, mientras recorría al rededor de su ombligo con sus dedos.

Ella no pudo responder, por intentar retener la risa, pero no pudo en cuando sintió las uñas del chico, pasando tan lento en aquellas zonas tan sensibles de su pancita.

—Jijijijijijijiji~ —una suave risita escapó.

—Ya veo que sí —sonrió con ternura.

Esta vez, con ambas manos, colocó sus uñas a cada lado del ombligo y rascó lentamente de arriba hacia abajo. La pancita de Gaby se estremeció favorablemente, logrando que solo se viera más tierna. Luego pasó sus dedos, sin dejar de hacer contacto con su pancita, hacia justo debajo de su ombligo, rascando de un lado al otro.

—Jajajajajajajaja~ —la risa de Gaby aumentó un poco más, mientras que su cuerpo se retorcía buscando escapar.

—Que tierna eres, Gaby.

Colocó sus todos sus dedos en la pancita de ella y comenzó a moverlos, haciendo una ligera presión sobre esta. Gaby soltó una gran carcajada, ya sin poder aguantar la risa. Uta hacía cosquillas por unos segundos y luego se detenía, haciendo un patrón. Pero luego de ya varios minutos, decidió dejarla respirar un poco más. Mientras, con su dedo indice comenzó a pasar su uña lentamente al rededor del ombligo de Gaby.

—Considera esto como un descanso para lo que sigue, Gaby, porque no dejaré tu pancita en paz por un largo rato jejeje —observó como la respiración de ella estaba agitada y soltaba pequeñas risitas, mientras se estremecía por aquellas cosquillitas— Y obviamente, tu ombliguito no saldrá iluso. Lo he estado mirando todo el tiempo.

Estuvo al menos dos minutos torturando a Gaby con esas cosquillitas tan lentas y suaves al rededor de su ombligo, hasta que de a poco se fue acercando a este. Una vez tuvo su dedo dentro del ombligo, lo dejó quieto unos segundos, admirando cómo Gaby intentaba resistirse a las cosquillas y su pancita de hundía.

Poco después, movió su dedo en circulos, logrando que Gaby soltara otra carcajada.

Uta definitivamente había obtenido su mejor regalo de navidad en toda su vida, y pretendía disfrutarlo al maximo.

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Holi gente, un nuevo capitulo con cosquillitas navideñas! Jeje
Un poco atrasado, pero justo antes de que acabara el año ʕ⁠·⁠ᴥ⁠·⁠ʔ

Espero que hayan pasado unas lindas y cosquilludas navidades! ʕ⁠ ⁠ꈍ⁠ᴥ⁠ꈍ⁠ʔ

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