Capítulo V

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Mientras lees el capítulo escucha "Cosmik-Chica Deseada". Gracias.
Déjame los tacones negros.
Cogí los zapatos y se los di a Susana, se los puso y se incorporó. Me miró para ver si tenía mi aprobación, asentí mientras sonreía con la cabeza y dio una vuelta sobre sí misma.
Esta noche había una fiesta a las afueras de la ciudad, para celebrar el fin de examenes y la llegada del verano. Irían todos los institutos de Madrid, va a ser la fiesta de las fiestas, el desmadre total. Habría litros y litros de alcohol, cantidad considerable de buena música, luces de discoteca e incluso fuegos artificiales. ¿Y cómo voy a faltar yo a algo así?
Dejé a Susi en mi cuarto colocándose el vestido, y yo me dirigí al baño para acabar de prepararme. Abrí mi neceser y agarré el rímel, el eyeliner y el pintalabios, porque ya me había echado la base. Dibujé perfectamente dos líneas curvas en mis párpados con la raya líquida, y luego me puse el rímel. Deslizé el pintalabios rojo carmín sobre mis labios y quedaron perfectos de una simple pasada. Me alejé del espejó y me miré. El mono corto que llevaba en tono azul eléctrico se ajustaba perfectamente a mi cuerpo, y aquellos tacones marrones claros charol me hacían las piernas mucho más esbeltas. Mi cabello caía perfectamente sobre mis hombros, y en ese momento sonreí. Iba a ser mi noche, y no iba a dejar que nada ni nadie lo estropease.
-¿Nos vamos?
Susi asintió, cogió su cartera y nos marchamos. Camino a la fiesta vimos a muchísima gente que también iba allí. Las niñas con minifaldas y tacones, y los chicos con sus camisas y pantalones pijitos. Mucho polito Ralph Lauren o Lacoste pero luego el alcohol se lo pillan de los chinos, ¿no?
Ya estábamos allí. La música estaba tan alta que mi amiga me tenía que hablar al oído y gritando. Íbamos cogidas de la mano, nos colocamos en un buen sitio y empezamos a bailar la canción que en ese momento estaba sonando. Así pasamos como unos quince minutos, hasta que un chaval se acercó a Susana, le dio dos besos y empezaron a mantener una conversación bastante animada por lo que se veía, así que me dejaron bastante de lado. Sentía que sobraba allí, así que me fui. Pasaba entre la gente cuidadosamente, entre empujones, codazos y pisotones, pero al final llegué a la barra de madera que tenían por bar allí. Esperaba que el camarero me atendiera, pero en ese momento vi cómo alguien se colocaba justo a mi lado. Como no se movía, me giré hacia él, y me quedé cortadísima al ver quién era.
-Ay, hola-dije nerviosa y saludando a Dani con dos besos-Oye, sobre lo del otro día...
-No-me cortó-No pasa nada, te perdono. Yo tampoco tuve que reaccionar así. Venga va, ¿qué quieres tomar? Yo invito-me sonrió pícaramente.
Di varios golpes sobre la barra rápidamente al compás de la música.
-¡Ron cola!-grité.
-¡Camarero! Un ron cola para la señorita.
Me lo puso en seguida y le pegué un sorbo nada más dármelo.
-¿Bailas?
Asentí con la pajita entre los labios, me cogió la mano y me llevó donde todos estaban. Nos fuimos pegando más y más, coloqué mi pierna derecha entre las dos suyas, y él hizo lo mismo con la suya. Me tenía agarrada de la cintura, y yo a él del cuello. Íbamos bajando cada vez más y más, mientras no parábamos de beber. Ron cola, calimocho, mojito, bebimos de todo. De repente sentí mucho calor y me separé de él. Lo veía todo borroso y era como una gran jaqueca.
-¿Estás bien?-me preguntó Dani.
Solo me quedé mirándole porque era incapaz de contestar. Las piernas me fallaron y me caí al suelo. Todo a mi alrededor daba vueltas y me mareaba cada vez más y más. Dani me cogió del brazo y lo pasó por su cuello, pero él también se tambaleaba. Los tobillos se me doblaban cada dos por tres, hasta que conseguí sentarme en un poyete y el mareo fue desapareciendo. Tenía ganas de reír, de llorar, de bailar y de gritar, todo a la vez. Miré a mi derecha y ahí estaba Dani, sin parar de beber de una botella de la que no conseguí ver el nombre de la botella. No sé, pero tenía pinta de llevar muchos grados de alcohol. Yo seguía igual, y él estaba como yo. Nunca me había puesto así, tan borracha, digo. Perdí el control bebiendo, no sé por qué, quizás porque Dani me puso nerviosa.
Sentía que iba a desmayarme sobre una masa de botellas de cerveza que había en el suelo, intenté sostenerme aun estando sentada, pero lo único que conseguí fue irme inclinando sobre el hombro de Dani, medio dormida y hasta el culo de alcohol. A los 10 segundos me di cuenta (más o menos) de lo que había hecho, y me intenté retirar de él, pero solo pude quedarme a milímetros de él, mirándole cual retrasada. Él tampoco me apartaba la mirada, pero porque llevaba el mismo pedo que yo. Lo que pasó a continuación no fuimos conscientes ninguno de los dos, pero ocurrió. Nada de acercarnos lentamente ni de una forma romántica, solo nos lanzamos los dos y nos liamos allí mismo, entre un hedor a alcohol flipante y decenas de adolescentes borrachos como nosotros. Mientras nos besábamos con aquellas ganas, movía sus brazos por toda mi espalda, hasta dejarla en un sitio que si yo en ese momento hubiera estado bien le hubiera vuelto la cara, porque mi culo es mío, pero como no era el caso pues la mano se quedó ahí. Mis manos se enredaban en su pelo, mientras jugueteaba con él. De mi boca pasó a mi cuello, recorriéndolo con ganas y el mismo ímpetu con el que me había besado. Incliné mi cabeza hacia atrás y continué deslizando mis uñas por su cuello, hasta que regresó a mis labios y seguimos liándonos.
Fue una noche larga.
No sé cómo o qué pasó, que cuando volví a abrir los ojos me llevaba Susana agarrada y casi a rastras por la carretera. Me dio tiempo a mirar a mi alrededor, y reconocí dónde estábamos: camino a casa de Susi. Entonces volví a cerrar los ojos y no los pude volver a abrir hasta que me metió en la cama. Noté cómo me quitó los tacones y los dejó caer sobre el parqué.
Ya todo lo siguiente ocurrió a la mañana siguiente.

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