—Aquí está todo lo que necesitará —Sandro extiende la mochila de unicornio hacia mi padre —gracias por esto.

—Siempre que pueda, estaré encantado de cuidar a mi solecito —dice mirando con ternura a Louise —no les quitamos más tiempo, nos vemos mañana por la tarde.

Me despido con un sonoro beso de mi pequeña sintiendo que de pronto voy a extrañarla demasiado, y Sandro hace lo mismo, ambos permanecemos en la puerta mirando a mi padre subir a nuestra hija al auto y acomodarla en el asiento especial, luego nos lanza una mirada y eleva la mano en un ademán de adiós.

—Supongo que ya podemos ponernos en marcha, ¿no lo crees? —inquiere mi esposo.

—Voy a echarla de menos —formo un mohín —¿crees que ella nos eche de menos?

Sandro sonríe de lado.

—Probablemente no hasta mañana —asegura —de cualquier manera, seguro si ocurre algo tu padre nos llamará. Educó a ocho niños ¿crees que Louise será problema?

—Touché —me rio levemente —andando entonces.

Nos ocupamos en meter el par de mochilas de ropa y todo lo que necesitaremos en el auto, cerca de media hora después, al fin podemos salir de casa, y aunque intento saber, Sandro no dice absolutamente nada de a dónde nos dirigimos.

Pero cuando tomamos la ruta que conduce fuera de la ciudad, comienzo a sospechar.

—¿Realmente no vas a decirme a dónde vamos?

—Me temo que si te lo dijera, entonces ya no sería sorpresa y necesito que lo sea. Quiero que sea especial.

Me lanza una mirada que claramente quiere decir que no obtendré nada más, así que me resigno y continúo mirando por la ventanilla del auto, observando como nos vamos alejando cada vez más y más del ruido de la ciudad.

No pasa mucho tiempo hasta que Alessandro toma un desvío y el panorama cambia.

—¿A caso...? —no termino la frase, sonrío ante el paisaje que se reproduce frente a nosotros, una hilera de cabañas con la suficiente distancia entre ellas, hay un enorme lago en donde se distinguen algunas lanchas y personas disfrutando.

Le doy una rápida mirada a Sandro y él voltea hacia mí con una sonrisa.

—He hecho una reservación por el fin de semana, tendremos el tiempo exclusivo para nosotros, creo que ya lo necesitamos, ¿no es cierto?

Sonrío un poco más y asiento entusiasmada, nos toma algunos minutos encontrar un sitio donde estacionar, luego bajamos y vamos hasta lo que parece ser una recepción. Alessandro se encarga de absolutamente todo mientras yo me entretengo mirando alrededor.

Cuando vuelve, levanta la llave frente a mi rostro y la sacude.

—¿Lista?

Tomo su mano, avanzamos por el camino rocoso, cruzando por las distintas cabañas hasta que llegamos a la que nos corresponde, Alessandro abre la puerta y cuando lo consigue, revela todo el interior dejándome más impresionada.

Hay una mesa justo en el centro, lo que parecen ser innumerables platillos y varias botellas de vino, dos copas en cada extremo de la mesa y flores por todos lados.

—¿Preparaste todo esto?

Cuando volteo, él tiene una sonrisa preciosa en los labios.

—Feliz sexto aniversario, regina —dice atrayéndome hasta su cuerpo, sus labios se apoderan de los míos llenándome de cientos se sensaciones que intento controlar pero que no tengo mucho éxito.

—Han sido los mejores seis años de mi vida —le confieso —no me arrepiento de haberte dado el sí.

—Y prometo poner todo mi esfuerzo para que jamás te arrepientas —dice acariciando mi rostro. —Prometo que haré todo para que seas feliz, para que Louise y tú sean felices siempre, y lo haré todos los días hasta mi último aliento.

Acuno su rostro y le doy un corto beso.

—Ya somos felices, te lo aseguro —me pierdo en su mirada —soy feliz desde que te conocí, a pesar de todo, siempre has sido esa parte que necesitaba. El dolor ha valido la pena, y podría atravesarlo de nuevo con tal de llegar aquí.

—¿Incluso si las cosas cambian y soy yo quien te deja en bancarrota?

Una risa brota de mis labios.

—Sigue soñando —objeto —tal vez algún día lo consigas.

Una risa sincera brota de sus labios, llena de alegría, de felicidad.

He sido feliz por seis años, y estoy segura de que aún nos quedan muchísimos más.

Tal vez lo nuestro no fue un amor a primera vista, pero eso no significa que no sea verdadero, tan real e intenso.

Sandro y yo fuimos un desastre desde el momento en el que nos conocimos, pero sin duda alguna, ha sido el mayor desastre que me alegro de cometer, porque es mi mejor amigo, mi esposo, mi alma gemela.

Es con quiero pasar el resto de mi vida, hasta que tenga que dejar este mundo.

Fuimos un desastre, uno que sin pensármelo dos veces, sin duda volvería a cometer.

______________________________________________________________________________

______________________________________________________________________________

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Un desastre a primera vistaWhere stories live. Discover now