EXTRA

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Carina

Nos convertimos en padres de una preciosa niña a la que llamamos Louise. Nuestra pequeña se convirtió en la luz de nuestros ojos desde el momento de su nacimiento, tan parecida a su padre que en ocasiones sentía envidia de haberla llevado nueve meses en el vientre y que ahora fuese el mini retrato de su padre.

No solamente tiene el mismo tono de cabello y ojos, tan eclipsadores como los de su padre, sino que incluso en la personalidad, eran tan parecidos que resultaba increíble.

Louise ama pasar tiempo con su padre, muchas veces la ha llevado a la universidad en donde se roba las miradas por sus encantadores ojos celestes y las ondas de su cabello tan negro vibrante.

Incluso ahora, cuando me mira con un mohín en los labios, sigue luciendo preciosa.

—¿Por qué tengo que irme a casa de los abuelos? —inquiere mirándome con súplica —quiero ir con ustedes.

—Me temo que no es posible, principessa —Alessandro se inclina a su altura —además, ¿no te agrada pasar tiempo con tu nono?

Asiente levemente pero no quita el ceño fruncido de su rostro.

—Pero hoy quiero ir con ustedes —dice cruzando sus pequeños brazos sobre el pecho.

—No es posible, cielo —intervengo ahora —además, ¿no dijo el abuelo que hoy te llevaría al centro comercial?

Sus ojos se iluminan tan pronto como escucha la pregunta.

—¡Cierto!

Alessandro y yo compartimos una mirada divertida, parece que ha encontrado algo más divertido que hacer que el seguir a sus padres.

—Bueno entonces debemos de preparar tus cosas porque tu abuelo no tarda en venir por ti —dice Alessandro —¿vienes? Creo que hay una mochila que llenar.

Sonrío cuando nuestra hija lo sigue encantado, Sandro me mira sobre su hombro y me dedica un guiño, una corta risa brota de mis labios mientras suben los escalones y cuando sus voces se pierden en el piso de arriba, miro a mi alrededor.

Nuestras bolsas están listas, hoy era nuestro sexto aniversario, e íbamos a celebrarlo en un "lugar especial", según lo llamó Sandro. Louise se quedaría con mis padres, quienes estaban más que encantado de pasar tiempo con su nieta más pequeña y mucho más ahora que mi madre no estaba en el país porque viajó junto con mi hermana Antonella a París para unas necesarias vacaciones según ellas.

Me quedo en la sala asegurándome de que todo está donde debería y que no termináramos olvidando algo importante. Aproximadamente unos quince minutos más tarde, el sonido de un auto estacionando afuera se escucha, seguidamente del grito emocionado de Louise en el piso de arriba.

Cuando abro la puerta de la entrada, mi padre me saluda con una sonrisa.

—Stellina mia —dice dándome un corto abrazo —¿Dónde está mi sole?

—¡Nono! —el grito que viene de las escaleras le da la respuesta, sonrío mirando como el pequeño cuerpo de mi hija cruza con rapidez delante de mí para lanzarse a los brazos de su abuelo.

Il mio sole —dice dejando un sonoro beso en su mejilla —¿Cómo has estado? ¿Me echaste de menos?

—¡Si! —dice colgándose del cuello de mi padre mientras este se incorpora —mamá dijo que me llevarás al centro comercial, ¿podemos ir ya?

Papá arquea la ceja mientras me lanza una mirada divertida.

—¿Sabes? Me recuerdas muchísimo a tu padre, algo tenía que heredarte —dice hacia mí —pero ella tiene razón, iremos a dar un paseo y a divertirnos, ¿tienes todo?

Un desastre a primera vistaHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin