03. this is just the beginning

175 24 0
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

25 de Diciembre 2009

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

25 de Diciembre 2009.

Se podía decir, con certeza, que Aidan Halliwell estaba a punto de perder cualquier tipo de sensibilidad en el brazo izquierdo. Aunque bueno, quizá era una exageración quejumbrosa acerca de su estado, que honestamente podría haber sido mucho peor. Y es que, durante las últimas horas, personal especializado había irrumpido en su cuarto de confinamiento usando unos trajes que a Aidan les recordaban bastante a los trajes esos que utilizaban en la película de E.T. y de alguna forma, él se sintió entre una mezcla de Elliot y el mismo extraterrestre; y le había sacado tres o cuatro viales de sangre. Por supuesto, ni siquiera habían dignado a mirarlo o siquiera hacerle saber que concedían su existencia o algo así.

Era una cosa de la más inusual, sinceramente, y no podía evitar sentirse como un puto experimento científico en creación. Vale, que técnicamente lo era. El genetista que lo había visto anteriormente, cuando lo confinaron a aquellas blancas cuatro paredes luego de los eventos acaecidos en el laboratorio de Los Ángeles, le había dicho que su código genético había cambiado drásticamente y... también estaba el hecho de que había congelado gran parte del puto baño hacía no menos de veinticuatro horas. Bueno, mierda, quizá las cosas no estaban mucho más fáciles como lo pensaba.

De todos modos.

El día había comenzado sencillamente de la misma manera. Había abierto los ojos por sobre las seis con treinta de la mañana, se había aseado, leído un poco y jugado con la solitaria pelotita antiestrés en su mesita de noche antes que la brigada irrumpiera en su cuarto y lo dejara seco de sangre. Trató de tocarlos lo menos posible e incluso había lanzado unas cuantas bromas que no había tenido respuesta de vuelta, con la esperanza de que con aquella forma no pudiera congelarlos por accidente.

No es que ellos supieran de aquello, sin duda.

(Todavía no podía caber en su cabeza cómo había ocurrido eso, o cómo los sistemas integrados dentro de aquella inmensa estancia lo habían pasado por alto, sabiendo que había un programa equipado que monitoreaba la temperatura del cuarto.)

Luego había venido el desayuno, que no era lo que se dijera un festín, pero por lo menos le habían traído unas pocas galletas de jengibre de acompañamiento, por ser Navidad, supuso. Y luego, silencio. El silencio era una cosa bárbara que, comparada al bullicio de su vida diaria como agente de S.H.I.E.L.D. no estaba acostumbrado en absoluto en volver a sentir.

into the fire, STEVE ROGERS²Where stories live. Discover now