Su pequeña hermana se encontraba bien después de todo.

Ignorante de lo que sucedió, después de todo, todo el mes que estuvieron juntas fueron borrados por magia del Supremo Mago de la Torre.

*****

- "¡Aléjate! ¡Aléjate! ¡ALÉJATE"

Cuando Meredith se despertó su visión se encontraba borrosa, su respiración agitada, su cuerpo temblaba y su garganta ardía por los gritos dados con anterioridad.

Con rapidez se bajó de su cama para correr al baño. Abrió el agua dejándola correr mientras tomaba el jabón y con dureza lo frotaba en contra de su cuerpo provocando marcas rojizas.

Las lágrimas volvieron y las arcadas con ellas.

De un momento a otro se encontraba inclinada mientras el sabor a bilis se perpetró en su lengua.

Volvió a frotar el jabón y aun viendo las pequeñas gotas sangrantes de su brazo hechas por sus propias uñas, no se detuvo.

Escucho a las sirvientes fuera de su puerta.

Ninguna entró.

*****

Ni siquiera se molestó en aprender el nuevo nombre de su maestro.

Era el tercero en cuatro meses.

Ninguno de ellos duraba lo suficiente y todos se iban por el mismo motivo.

'La princesa no tiene la suficiente inteligencia para avanzar en los temas requeridos. Mil disculpas por no ser capaz de darle la orientación que necesita'

Meredith entrelazo sus deditos mientras escuchaba el regaño de su padre, el cual estaba decepcionado de su retroceso académico.

Ella de verdad lo intentaba, lo intentaba pero...

Toques fantasmales.

Aún tenía la sensación de aquellas manos en su cuerpo, aquellas herramientas penetrando su zona baja, la sensación de aquellos panes duros con los cuales la alimentaban. Había días en los cuales las sensaciones eran manejables, solo un leve zumbido en su mente que podía ser ignorado.

Y luego estaban los días realmente malos.

En los cuales, se encerraba en su habitación y no permitía que nadie la viera.

Donde la sensación era tan real que llenaba toda la tina y dejaba que el agua de la ducha la empapara por horas.

Debía limpiar la inmundicia de su cuerpo.

Esos días eran los peores, no calculaba el tiempo que pasaba allí, pero cuando todo se volvía manejable su cuerpo estaba inundado de nuevas cicatrices.

- "Lo lamento, padre"

- "Recuerda tu posición. No pues permitirte la mediocridad"

Sintió calor en su corazón, a pesar de todo, su padre se preocupaba por ella. Quería que volviera a ser la persona de antes.

Si se esforzaba para que su padre se sintiera orgulloso, entonces, ¿dejaría de mirarla con ese rostro de desprecio?

¡Por supuesto!

Si ella se esfuerza y se convierte en la Emperatriz su padre la miraría como miraba a Philip, Cristian y Enma.

Ella estaba sucia, debía limpiarse antes de siquiera pensar en ser reconocida como parte de la familia, antes de que su padre y sus hermanos la amaran.

Debía ganarse a su familia.

Porque ¿Quién más podría amarla sino ellos?

Salió del estudio de su padre y se dirigió a la biblioteca.

La Villana Es Realmente MalaWhere stories live. Discover now